Dicen los grandes gurús que la 'operación Doncic' empezó a cocinarse hace prácticamente un mes, cuando el mánager general de los Mavericks, Nico Harrison, contactó con su homólogo de los Lakers, Rob Pelinka. Fue el 7 de enero cuando se puso sobre la mesa la ... posibilidad de completar uno de los traspasos más sorprendentes e inesperados de toda la historia de la mejor liga del mundo, en la que jugadores, entrenadores y aficionados no terminaban de creerse la noticia adelantada por Sams Charania, el oráculo de los fichajes y movimientos en la NBA desde su atalaya de estrella de la ESPN. Soltó la exclusiva a las seis de la mañana y hubo una reacción casi unánime en las redes sociales: «Han hackeado la cuenta de Charania». Pero su información era muy buena, la mejor, y causó un terremoto cuyo seísmo y réplicas aún sacuden el planeta baloncesto. Nadie sabía nada, ni los propios protagonistas de la historia, el crack esloveno y Anthony Davis, la moneda de cambio, ni sus respectivos técnicos, tampoco LeBron James, solo un reducido grupo de personas que hicieron posible lo imposible.
A la familia Doncic no le gustó nada la maniobra de Harrison, quien una vez estallada la bomba quiso ponerse en contacto con Luka sin éxito. «Le envié un mensaje de texto y le dejé un mensaje en el contestador... imagino que ahora no quiere hablar conmigo», dijo en declaraciones al 'The Dallas Morning News'. E imagina bien porque tanto el base como su padre dejaron clara su decepción con el proceder de la franquicia texana. «Con este traspaso, la hipocresía –de los Mavs– me duele personalmente. Luka no se lo merecía. Sé que ha sacrificado mucho, que respetaba a Dallas y a toda la ciudad. No ha perdido nada con este intercambio. El tiempo lo dirá, pero estoy seguro de que esto será bueno para él», dijo Sasa Doncic.
Fue el primero en hablar, y luego lo hizo su hijo por medio de un comunicado. «Querido Dallas, hace siete años vine aquí cuando era adolescente para perseguir mi sueño de jugar al baloncesto al más alto nivel. Pensé que pasaría mi carrera aquí –dejó claro que su deseo era quedarse– y quería desesperadamente daros un campeonato», escribió el genio de Ljubljana. Tuvo muchas palabras bonitas para la afición, ninguna dirigida a la propiedad y el club. «Para un joven de Eslovenia que viene por primera vez a Estados Unidos habéis hecho que en el norte de Texas me sintiera como en casa». Los hinchas escenificaron su malestar en la calle, en los aledaños del pabellón American Airlines, donde incluso trajeron un ataúd para enterrar a los Maverick. Aparecieron también pintadas en contra de Harrison, quien no hace tanto había asegurado que el anillo llegaría a la ciudad en el dedo de Doncic.
Bendecido por Pau Gasol
¿Entonces por qué ha prescindido de uno de los mejores jugadores de la historia? ¿Por qué ha completado un traspaso que nadie o muy pocos han entendido en la NBA? Hay varias interpretaciones, pero digamos que pueden resumirse en cuatro puntos clave. Harrison –y su gente en los Mavericks– estaban hartos de los frecuentes problemas físicos del esloveno, de su sobrepeso, de que no defienda y, por último, no veían claro pagarle 345 millones de dólares (337 millones de euros) por su nuevo contrato de cinco temporadas. «Las defensas ganan los campeonatos», deslizó el manager general de Dallas y disparó un dardo envenenado hacia un chaval –todavía tiene 25 años– que en sus seis campañas y media en la propiedad texana ha promediado 28,6 puntos, 8,7 rebotes y 8,3 asistencias por partido. Una auténtica barbaridad de la que disfrutarán ahora los Lakers.
Nada más producirse el traspaso, los Mavericks se han visto sacudidos por una fuerte contestación social y la fuga de 700.000 seguidores en Instagram en apenas tres horas. Incluso una leyenda de Dallas como Dirk Nowitzki no pudo reprimirse y puso una cara de asombro en las redes sociales. Poco después, el equipo se vio arrollado por los Cavaliers (144-101), en un partido en cuya primera parte los ya excompañeros de Doncic habían encajado 91 puntos. Fuera se acumulaban pancartas, dibujos en apoyo al esloveno y en contra de la propiedad, que tiene por delante días complicados. Mientras tanto, la franquicia de Los Ángeles se frota las manos con el genio de Ljubljana y la sociedad que formará con LeBron James. La idea es convertir a Luka en el sucesor natural de una leyenda y construir un proyecto ganador en torno a él.
Pasadas unas horas del shock y la sorpresa, sobre todo por las maneras en las que se llevó la operación a espaldas del propio jugador, Doncic se mostró encantado de ser uno de los ángeles de Jonathan Clay J. J. Redick. «Estoy agradecido por esta increíble oportunidad. El baloncesto significa todo para mí y, sin importar dónde juegue, lo haré con la misma alegría, pasión y objetivo: ganar campeonatos», manifestó el esloveno a su llegada al sur de California. Su aterrizaje a la legendaria franquicia en cuyas vitrinas descansan 17 títulos de la NBA, uno menos que en las de los Celtic, su gran rival en la pelea por la supremacía en la mejor liga del mundo, fue saludada por Pau Gasol. «¡Haz historia!», le pidió el catalán, ganador de dos anillos con los Lakers. Y es justo lo que pretende un genio de 25 años que acaba de abrir un nuevo capítulo de una carrera destinada a la grandeza.
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