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Cantaban los pollos aquello de que 'Johnny coge el bombardero y lo eleva por el cielo // No hay cañón que alcance a Johnny, ni rival que lo derribe'. Kelly Loeffler se pensó que era un poco como nuestro Jhonny y tras décadas de éxito ... profesional va a terminar como el de la canción de Evaristo.
Kelly Loeffler es una empresaria y política de 50 años. De padres granjeros, empeñó la parte de las tierras heredadas de sus abuelos para ir a la universidad. Es lo que los americanos llaman una persona hecha a sí misma. Trabajó en multinacionales, completó cursos de postgrado y acabó siendo vicepresidenta de una gran compañía de inversiones. Que su marido sea el dueño, además de presidente de la Bolsa de Nueva York, es anecdótico.
Kelly Loeffler es senadora de los Estados Unidos. Lo fue. De aquella manera, porque nunca ha logrado el respaldo de las urnas. Miembro y gran donante del partido Republicano, con el ascenso de Donald Trump pensó que ella también debía dar un paso adelante. Lo consiguió en 2019 al ser designada a dedo por el gobernador de Georgia para ocupar un escaño en el Senado. Declarada admiradora del expresidente de las 30.000 mentiras (son las que asegura el NYT que ha trasladado a los electores durante su carrera política), todo era vino y rosas hasta que el año pasado, decidió posicionarse públicamente contra el movimiento 'Black Lives Matter'.
Kelly Loeffler es, era en breve, dueña del 49% de las acciones de las Atlanta Dream de la WNBA. A la copropietaria de la franquicia, a la que llegó con una pequeña participación en 2011, no le gustaban las formas de protesta que la liga iba a permitir a las jugadoras, parecidas a las de la NBA en la burbuja de Orlando. Envió una carta a la competición exigiendo que se prohibiera todo aquello.
El rebote que agarró LeBron James ese día le ha salido caro a su distinguida señoría por Georgia. En realidad, James es solo la cara más visible del rechazo que provocó Loeffler entre los deportistas, especialmente sus propias empleadas. En EE UU, las ideas políticas de los empresarios pueden hacer que pierdan sus empresas. Capitalismo salvaje, le llaman.
Aquella falta de sensibilidad con la población negra ha generado un movimiento de respuesta que llevó ayer a la WNBA a anunciar la «inminente venta de las Atlanta Dream». Era algo que los deportistas norteamericanos venían reclamándole desde hace meses. Ese es el último golpe que recibe en lo que llevamos de 2021. Biden destronó a Trump. ¿Se acuerdan de las acusaciones de fraude del ya expresidente? ¿Aquellas que se centraron especialmente en el estado de Georgia? Atlanta fue la tumba de la presidencia de Trump y, de paso, el cadalso de Loeffler, que perdió la votación.
Lo hizo por tan escaso margen que se repitieron las votaciones. Una prórroga que quizá no esperaba la empresaria nacida en Bloomington (Illinois) y en la que los jugadores de baloncesto, especialistas en estas muertes súbitas, le habían preparado una encerrona. En bloque, el deporte comenzó una campaña a favor de su oponente, el demócrata Raphael Warnock, que, por cierto, es afroamericano.
La batalla iba más allá de lo personal. Con la bronca organizada por Trump y Loeffler tras las elecciones de noviembre, el senado estaba empatado, con el mismo número de representantes de cada uno de los dos grandes partidos. Quedaban por decidirse los dos escaños de Georgia. Se los han llevado los Demócratas, claro.
Aquel, sin embargo, no fue el final de las travesuras de Loeffler. Como miembro del colegio electoral, anunció su negativa a cumplir con el mandato de sus conciudadanos y elegir a Biden. Estaba dispuesta a mantener su lealtad a Trump hasta el último aliento. No obstante, tras el violento asalto al Capitolio, cambió de opinión y respaldó el cambio de gabinete.
Solo le quedaba el baloncesto. Hasta que hace dos semanas, LeBron usó twitter (Trump ya no tiene cuenta) para darle la puntilla. «Estoy buscando socios para comprar las Atlanta Dream», publicó. No le faltaron apoyos. Carmenlo Anthony, el jugador de béisbol Mookie Betts o el de american football Champ Bailey no tardaron ni un segundo en sacar las carteras. Solo falta saber quién se queda finalmente con la franquicia, una vez que la WNBA ha anunciado su inminente venta.
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