Hay esperanza. No todo está perdido. Un selecto grupo de jugadores enormes, elegantes y totales reivindica la figura del pívot, especie en peligro de extinción. Urgía repoblar las zonas con gente que se resistieran a claudicar ante el empuje de la nueva era y algunas ... espléndidas torres se niegan a desaparecer como los dinosaurios.
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Lo que pareció una moda pasajera, el ‘small ball’ o quinteto de pequeños, adquirió el rango de tendencia para quedarse por obra y gracia de los Warriors. El talento que supuran, el arsenal de tiradores y el dinamismo de su baloncesto para cortar por la pintura amenazaban con transformar la demarcación de poste en pieza superflua y objeto de museo.
Claro que aquel movimiento ajedrecístico de Steve Kerr en la final de 2015 respondió más a la necesidad que al capricho. Los Cavaliers la ganaban 2-1 y, entonces, el técnico del luego equipo campeón sentó a Andrew Bogut, pívot defensivo y excelente lector, para incluir en el equipo titular al alero André Iguodala, otro cancerbero veterano de rigor táctico.
Golden State aligeró kilos y centímetros para imponer el alto voltaje que le convenía y la NBA, que ya apuntaba ramalazos de ritmo creciente con carreras de ida y vuelta, entronizó cuanto ya se abría paso: cuatro hombres abiertos creando huecos para las penetraciones y una sola referencia relativamente interior.
El hecho recibiría votos contradictorios en un referéndum entre los aficionados. Influyen los gustos y no conviene detener el progreso. Pero al firmante de esta columna le alegra que Anthony Davis, el ahora gravemente lesionado DeMarcus Cousins, Karl-Anthony Towns y Joel Embiid mantengan la gallardía de un puesto sobre el que antiguamente (y junto al base) se comenzaban a armar los equipos.
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Es cierto que para sobrevivir han debido realizar ciertas concesiones a los tiempos modernos. Benditos sean esos recursos ofensivos que muy de vez en cuando dejaban asomar sus predecesores de antaño. Aludo al juego de cara que estos fenómenos también dominan y al tiro de larga distancia que los convierte en armas de destrucción masiva.
Me centro en este póker, aun reconociendo que otros interiores se merecen, al menos, el premio de la mención. Para destacar la calidad de Nikola Jokic, Jusuf Nurkic, Al Horford, los hermanos Gasol, Myles Turner y Enes Kanter o las virtudes más rudimentarias, pero válidas, de DeAndre Jordan, Andre Drummond, Hassan Whiteside, Rudy Gobert, Clint Capela y Steven Adams. Y después de acotar la zona a estos cuatro magníficos postes empiezo por Davis, tal vez el obstáculo mayor del genio de la barba maravillosa en su casi segura proclamación como mejor hombre de la temporada. En unos meses se escuchará ‘and the Oscar goes to… James Harden’.
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El líder de los Pelicans purgaba la soledad que representa la jefatura dentro de una franquicia sin rumbo. Pero a media campaña anterior le acompañó Cousins, pura orfebrería en un corpachón ágil y una cabeza hueca. New Orleans alineaba al mejor dúo interior del torneo y, pese a la baja de larga duración de este último, el cuadro marcha cuarto del Oeste con ocho triunfos consecutivos y actuaciones sublimes de su referencia mayor.
Davis, número 1 del ‘draft’ en 2012, acredita 28 puntos y 11 rebotes, se mueve de frente y de espaldas y esparce estilo. Cualidades exportables a Towns, el sostén de un club a la deriva hasta esta temporada (Minnesota), que pretende colarse al fin en los ‘play off’ y hasta avanzar por esa senda ignota.
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Pero esta columna quedaría manca como un reboteador a falta de un brazo sin el párrafo dedicado a Embiid. Africano como el maravilloso Hakeem Olajuwon, probablemente el ‘cinco’ más sutil que ha existido y responsable directo de los dos títulos consecutivos de Houston a mediados de los noventa, cuando a Michael Jordan le dio por flirtear con el béisbol y dejó su trono vacante. El camerunés intimida en la pista y tiene carisma fuera de ella, rebotea, anota de tres y reproduce en el poste bajo los movimientos de pies y reversos hermosos que rebozaron de gloria al supremo bailarín Olajuwon. Si éste era Dios en la zona, Joel es su profeta.
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