Estados Unidos no tiene sistemas sociales de protección, ni de previsión. Cada uno a los suyo. En cambio, mantienen un envidiable concepto de comunidad, por el que los más favorecidos no dudan en aportar cuando es necesario. No todos, ya; pero la mayoría.
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Llámenlo caridad. ... Llámenlo la base del propio sistema ideológico de un país creado, según dice uno de los más bonitos textos políticos de toda la historia, sobre el convencimiento de que en los momentos de crisis, los más preparados tienen 'el derecho y el deber' de actuar. (Leean el preambulo de la Declaración de Independencia de 1776. Tienen tiempo)
Y eso en el baloncesto se traduce en que a las estrellas del juego les ha faltado tiempo para hacerse cargo de los sueldos de los empleados de los pabellones que qudarán vacíos los próximos 30 días. Es el primer plazo de suspensión decretado por la NBA, aunque es obvio ya de que curará más.
Kevin Love (Clevaeland Cavaliers) fue el primero en anunciar que ponía 100.000 dólares de su bolsillo para esas personas que iban al paro (allí no hay cobertura por desempleo) al no celebrarse partidos. Sí, es la cara B de un país aterrador cuando se va a lo concreto.
Giannis Antetokounmpo le seguía casi de inmediato. Otros 100.000 dólares para los muchachos del Fiserv Forum. Lo mismo que Love hacía por los del Rocket Mortgage FieldHouse. El pabellón de Ohio es otro de los bautizos bizarros de la liga.
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Por supuesto, las motivaciones del griego no derivan de Jefferson, Frankling y compañía. Lo suyo es más de este mundo, más de haberse criado pauperrimo en los barrios más duros de Atenas, alimentándose de lo que los vecinos les daban.
Poco más tarde el novato Zion Williamson se sumaba a la iniciativa y ponía otros 100.000 para los empleados Nueva Orleans Arena, en el que juegan los Pelicans. Y Blake Griffin (Pistons) no se quedaba atrás y garantizaba el mes a los empleados del Little Caesars de la Motown.
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El Los Ángeles, por contra, han puesto bote. Lakers, Clippers y Kings juegan todos en el mismo pabellón, el Staples. Así que van a pachas con los sueldos de los empleados. Eso les permite cubrir un horizonte temporal más largo. Porque, que nadie se lleve a engaño, el día que los multimillonarios deportistas dejen de pagar, los currelas se van a ver con una mano delante y otra detrás.
Y porque el problema del coronavirus no se detiene en el baloncesto, ojalá, Stephen Curry y su mujer Ayeesha han puesto su fundación privada al servicio del banco de alimentos para cubrir las necesidades de los niños pobres a los que la suspensión del colegio les deja sin la garantía de poder comer decente dos veces al día.
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Los Curry no han hablado de dinero, de cantidades concretas, pero sí han dado a entender que 'se encargarían' d que los más de 18.000 niños en la miseria, en la zona de Oakland, no estarían mal alimentados mientras estén cerrados los comedores infantiles. Sí, 18.000 en una pequeña zona en la bahía de San Francisco. Luego le llaman el Estado Dorado por lo de la fiebre del oro. La fiebre la mantienen y no tiene que ver con el Cobid-19.
La NBA, que ha suspendido la liga, prohibió además a los equipos entrenar en grupo durante unos días. Ahora va a ampliarlo, incluso hacerlos indefinido. Convencidos de que no se va a volver a jugar antes de 30 días, y con tres positivos confirmados (Gobert, Mitchell y el Piston Christian Wood), la liga ha solicitado a las franquicias, según publica Sports Ilustrated, que no entrenen juntos en 30 días. Que no estén más de un jugador por canasta durante las prácticas y que por la sala de pesas pasen por turnos, manteniéndose así aislado del resto.
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