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Hay algo que le gusta más a Pat Riley que la gomina. En serio. Ganar. Y acostumbra a hacerlo. Este neoyorquino de 75 años es historia viva de la NBA. Una especie de viajero del tiempo -por su edad- que ha estado en casi ... todos los momentos importantes del juego en los últimos 60 años.
Sí, 60. Desde que jugaba en el mismo modesto equipo de instituto que Kareem Abdul Jabbar, cuando el más grande entre los grandes era todavía Lewis Alcindor, hasta hoy convertido en el alma y la inspiración de esa 'cultura' a la que aluden los jugadores de los Heat y que lleva cíclicamente a Miami a éxitos que son solo quimeras para otras franquicias. 25 años lleva Riley en el equipo de Florida. Un cuarto de siglo en el que ha sido clave en algunos de los cambios más profundos que ha sufrido este deporte.
Patrick James Riley, 'Pat' o 'El padrino' como le apodaron por su costumbre tan de la Otxoa de repeinarse 'tol pelo patrás' con kilo y medio de gomina, es la única persona en este planeta que ha ganado la NBA como jugador, como entrenador ayudante, como head coach (solo 5 veces) y como presidente (otras dos).
De no ser por Jordan y los Bulls imbatibles de los 90 y por un tapón de Hakeem Olajuwon en las finales de 1994 tendría algún anillo más con los Knicks. Será que a Phil Jakcson le tocaba vengarse de la final que le ganó en 1972, cuando ambos vestían camiseta de tirantes.
Los focos entonces, como pasa ahora con Butler, Adebayo o Dragic, eran para Frasier entre los knickerbocker y para Chamberlain y Jerry West en los angelinos. Pero allí andaban Pat y Phil, dando criterio al brillo de tanta estrella. Y es que tuvo que llegar Riley para que West, el hombre cuya silueta usaron para el logo de la NBA, uno de los más salvajes anotadores de todos los tiempos lograra, el anillo de campeón al noveno intento.
dueño del tiempo
gran reclutador
Aquello fue en el pleistoceno y mucha gente ni sabía quién era Riley. Y es que brilló en la universidad y llegó a la liga como número 7 del draft. Tampoco era conocido cuando, tras colgar las botas, entró al cuerpo de asistentes de los Lakers. Justo con la llegada de Magic. Con campeonato del 80, con Johnson haciendo de pívot y anotando 42 puntos para llevarse el título.
Hicieron buenas migas y entre ambos, dicen las malas lenguas, fueron haciendo la cama a Westhead para alumbrar el showtime angelino dominador de aquella década maravillosa. Rompió la maldición por la que ninguna franquicia lograba encadenar títulos con el del 87 y el 88 y se inventó y registró el término 'three-peat'. Cuando Jordan lo logró dos veces, era él el que hacía caja. Un genio.
Los 90 y los Bad Boys le quitaron las ganas de seguir en California. Lo dejó durante un año, siendo casi tan venerado por la crítica como Red Auerbach. Necesitó volver a los banquillos y eligió los Knicks de Pat Ewing- Fichó a Doc Rivers para aquel equipo, por cierto. Y es que Riley tiene vínculos con todo el que ha sido famoso en este juego. Se le escapó la final del 94 en el séptimo partido contra Houston.
En 1995 se marchó a Miami. Para ser entrenador y presidente al mismo tiempo. Era un leyenda, pero quería más. Igual es en lo que se ha convertido. En una forma de hacer las cosas. El showtime en púrpura y oro que convirtió en defensa y reparto de cera en la gran manzana evolucionó en Florida hacia el baloncesto total que juegan hoy en día.
Primero hizo limpieza y fichó a Alonzo Mourning, jugador que reinventó la franquicia. En su declive, drafteó a Wade al que sumó a O´Neal para ganar otro anillo y después se retiró del banquillo, para regalarle a su segundo Erik Spoelstra la llegada de Bosh y un LeBron James que necesitaba empezar a ganar campeonatos.
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