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Los pacientes que leen esta columna ya se estarán acostumbrando a padecer las ideas mutantes del autor. Por tercera semana consecutiva pretendía escribir acerca de un tema concreto (club, equipo, técnico, jugador…), pero a última hora este deporte vivaracho acaba en un contraataque fugaz con ... las ideas preconcebidas.
Mi interés se centraba en valorar la vuelta a la vida de los Pistons, metáfora esperanzadora de Detroit. La ‘Motown’, así conocida por la capitalidad del motor y un estilo musical propio, tocó fondo en su día con ambas manos. Su Ayuntamiento se declaró en bancarrota y, aparte de la fuga de capitales como consecuencia de una industria devaluada, sufrió la deserción humana que adelgazó violentamente su censo. El conjunto campeón de 2004, inmerso en síntomas depresivos casi desde entonces, regresó de las afueras (Auburn Hills) para ocupar su nuevo pabellón en un centro urbano con ansias de rehabilitarse.
Sí, quería hablar de Stan Van Gundy, entrenador que bien podría aparecer con Joe Pesci en alguna película de Scorsese, tipo descuidado y activo que debe abrir el armario y vestirse sin mirar con lo primero que palpa. Y me hubiese gustado tintar unas líneas con referencias a André Drummond, uno de los ya escasos representantes del ‘cinco’ clásico, abnegado, duro y reboteador, anterior al molde versátil del poste moderno. Pero…
… Pero llegaron los Cavaliers a la ‘Motown’ y derribaron de un soplido, huracanado y sutil a la vez, el castillo de naipes en torno a Detroit. Si Ohio es un estado clave en las elecciones presidenciales estadounidenses, Cleveland (su ciudad más relevante) también ocupa semejante categoría dentro de la NBA. Desde el retorno a casa de LeBron James no cabe entender el campeonato sin el protagonismo de su equipo.
Del mismo modo que resulta imposible concebirlo últimamente al margen de Golden State, San Antonio, Houston o Boston. Y se hablaba mucho y bien de Celtics, Warriors y Rockets, pero los comentarios alrededor de los Cavs sólo se adjetivaban con términos peyorativos esta temporada. Los que se merecían tras el arranque lento y perezoso de una maquinaria oxidada y traducido en un balance insólito para su enorme plantel de 5-7. Ocurre que Cleveland había encadenado cuatro triunfos de tirón antes de visitar Michigan y allí desgarraron la atmósfera con la tormenta perfecta.
Hay gente a la que el rey LeBron debe de caer algo así como Cristiano Ronaldo, o sea peor que regular. Pero qué quieren, a punto de cumplir la edad de Cristo parece la réplica más aproximada a la divinidad. Siete finales consecutivas, tres anillos y esta campaña marcha tercero en anotación (28,3), cuarto en asistencias (8,5) –espléndida y progresiva su visión perimetral del juego– y octavo en porcentaje de tiro (58,2%). Él solito desbrozó el duelo de Detroit a machetazos (16 puntos en los primeros 8 minutos), le acompañó Kevin Love y después la orquesta entera deleitó a los aficionados con una música formidable.
Alegre y armónica adelante con la velocidad de la pelota surcando el aire entre manos distintas y acierto sobrenatural en el lanzamiento exterior de tiradores que James quiere a su vera como mariachis. Hasta José Manuel Calderón, titular por las lesiones de Isaiah Thomas y Derrick Rose, se desenvolvió a su manera sensata de entender el juego pese al declive de su muy notable carrera. Los Cavaliers fluían en ataque y metían manos defensivas atrás para contener los guantazos sin fe de un rival disminuido.
Sí, un adversario sometido hasta la parodia (62-101, minuto 36) ante el renacimiento del subcampeón, ganador y finalista de las tres últimas campañas. Los Pistons sólo habían cedido un duelo de ocho en su casa hasta el vendaval procedente de Ohio y ocupaban la segunda plaza del Este reservada de antemano a la propia tropa de LeBron o a los superlativos Celtics que gobiernan la Liga. A Cleveland le faltan dos bases, un alero (Iman Shumpert) y un pívot (Tristan Thompson), pero ya parece que ha alcanzado el nivel requerido para pelear a dentelladas por todo. De momento arrasó la ‘Motown’ en un partido que terminó con la tercera unidad. Como diría Guillermo Giménez, divertidísimo comentarista televisivo de la NBA, los Cavs ya están aquíííí…
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