Dos cabalgan (no) juntos

Línea de pase ·
Irving y LeBron se veían a diario, ahora se citan para la final del Este tras galopar por separado

Ángel Resa

Miércoles, 13 de diciembre 2017, 12:28

John Ford, uno de los padres fundadores del ‘western’, rodó en 1961 ‘Dos cabalgan juntos’. Y eso es precisamente lo que hicieron LeBron James y Kyrie Irving durante tres temporadas por las tierras de Ohio. En comandita, incluida la colaboración relativamente estelar de Kevin ... Love y el buen oficio de un puñado de secundarios, aquellos Cavaliers que ambos lideraban en el orden mencionado remontaron la final de 2016 para ganar el título a la séptima –que fue la vencida– en la pista de los Warriors. A ningún miembro de la pareja se le puede negar el empeño o la cabezonería, definan la contumacia como quieran, porque también disputaron la serie definitiva por el anillo una campaña antes y otra después. La fórmula funcionó en la medida que la consintió Golden State, un equipo ya legendario que domina el baloncesto con la fuerza del hierro enfundado en guantes de seda.

La sombra del rey LeBron es tal que vela de algún modo las excelencias exteriores a él. Resulta muy improbable comprender el campeonato de Cleveland hace un par de veranos sin la calidad ingente del base, autor del triple en el último minuto que viró hacia el Este un trofeo con toda la pinta de quedarse en la otra conferencia. Quizá el oscurecimiento que genera en el resto la figura imperial de James motivó el traslado de su compañero y aliado a Boston. Sí, Irving se alistó en el bando de la impresionante historia que envuelve a los Celtics. Y movidas las piezas, con un 30% de la NBA ya quemada, el dúo lidera a sus respectivos conjuntos. El cuadro de Brad Stevens encabeza el Este (23-6) y el del mariscal –su entrenador pinta bastante menos que quien dirige a Kyrie– ya marcha segundo (20-8) tras ganar dieciséis de los últimos diecisiete encuentros. Con el permiso de Toronto y Washington, todos los indicios apuntan a que entre ellos resolverán qué embajador manda el Este a la final de la Liga contra Houston –mejor balance hasta la fecha– o Golden State.

Ahora galopan por separado, luciendo ambos los talentos inabarcables que meten a LeBron en el ramillete incuestionable de los elegidos por la historia y a Irving dentro del muestrario de los virtuosos o prestidigitadores con una pelota en las manos. Surcan las canchas como llaneros (no) solitarios. El base se siente arropado por la sobresaliente táctica grupal, la defensa colectiva, la inteligencia del pívot Al Horford y las aportaciones muy notables de la juvenil pareja que forman Jaylen Brown y Jayson Tatum. Mucho ojo atento sobre este último, alero completo y fino que rellenará más páginas de las que ya hablan de él. El ex-director de juego de los Cavs y actual timonel de los Celtics anota más que nadie en su equipo (23,7) y sus cinco asistencias escasas pueden conducir a engaño. No se trata de un chupón, sencillamente atesora el ‘uno contra uno’ estético y devastador como pocos en la Liga. Decide e involucra al resto del equipo, ocurre que el último pase es un concepto democrático en el estado de Massachusetts.

Voy con el rey, aunque para redactar este párrafo necesitaré el libro gordo de los sinónimos elogiosos. Al borde de la edad de Cristo, diga 33, James mejora, prosigue, avanza, va a más. Tercer anotador y asistente de la Liga (28+9), casi seis tiros metidos de cada diez y el porcentaje de triples (42%) superior de su carrera. O sea que ha mejorado un lanzamiento exterior algo sospechoso para añadirlo como un valor fijo a su repertorio infinito de maneras de dejar cadáveres baloncestísticos por el camino. James, y Cleveland en general, acusaron la breve pretemporada y mostraron hasta mediados de noviembre síntomas inusuales de vulnerabilidad. Pero el monarca y su séquito ya se han puesto en modo ‘on’ hasta escalar a la cima que se les presuponía. Antes LeBron y Kyrie se veían a diario. Ahora se citan para la segunda quincena de mayo. Quienes cabalgaban juntos galopan por separado.