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iván benito
Miércoles, 21 de julio 2021, 17:56
Hay nuevo rey en la NBA. Giannis Antetokounmpo, cuyo nombre ya saben pronunciar en todos los rincones del mundo, guió a los Milwaukee Bucks hasta el título y fue nombrado MVP de las finales. No es para menos. 50 puntos, 14 rebotes y 5 tapones ... en el partido decisivo, y promedios de 35,2 puntos, 13,2 rebotes y 5 asistencias en toda la serie ante los Suns (4-2). Unos registros sin precedentes que elevan al griego al reino de los cielos del mundo de la canasta en el que parece destinado a gobernar. Pero es su historia personal repleta de sacrificio y superación la que le permite portar la etiqueta de figura ejemplar.
El portento físico heleno es hijo de Verónica y Charles, un matrimonio nigeriano que decidió emigrar a Atenas en 1991 busca de una vida mejor. Ella, antigua saltadora de altura, y él, exfutbolista profesional por una lesión de rodilla. En su primer verano de estancia en la capital griega concibieron a Thanasis y dos años más tarde, a Giannis. Un periodo en el que se dedicaron a todos los menesteres posibles y no complacientes para sacar adelante a la familia.
«Para que esté en esta posición, mis padres sacrificaron muchas cosas», reconoció en rueda de prensa sin despegar el trofeo de las raquetas de tenis que tiene por manos y con la voz sensiblemente quebrada. Un piso inundado, varios desahucios y otros tantos amagos de deportaciones por la falta de papeles fueron las condiciones de vida a las que se enfrentaron los hermanos Antetokoumnpo en sus primeros años de vida. No tardarían en implicarse en la venta ambulante. Carteras, relojes, bolsos, gafas de sol… todos los objetos habituales sobre la manta custodiada por dos niños ahora convertidos en campeones de la NBA. «Nunca pensé estar aquí con el trofeo. Ha sido un viaje muy largo».
La capacidad del jugador de 26 años para embaucar clientes dejaba entrever una perseverancia insólita. Lograr un pasaporte, esos que se consiguen ahora en el baloncesto como barras de pan, el siguiente reto de una infancia indeseable. Con otros dos hermanos más, Kostas, el primer Antetokoumnpo en colocarse el anillo más preciado el año pasado con los Lakers y que este año dará que hablar en la Euroliga con el Asvel, y Alexandros, que juega en la cantera del UCAM Murcia. Únicamente Francis, el mayor, no se ha dedicado al baloncesto.
No fue vocacional. Las dificultades iban desapareciendo y Giannis, seguidor del Olympiacos, heredó la pasión de su padre por el fútbol. Pero iba a ser el balón naranja el que les sacara de pobres. Sus atributos físicos no tradaron en despuntar en el Filathlitikos. Un año más tarde, Willy Villar le vio en una cinta de vídeo y le fichó para el Zaragoza por cuatro temporadas, pero solo llegó a posar con la camiseta.
En el Draft de 2013, los Bucks, que solo habían ganado el anillo en 1971 con Robertson y Abdul-Jabbar, apostaron por el molde idílico de un perfil utópico. Su explosión llegó en 2016 y, pese a la repentina muerte de su padre un año más tarde y varias decepciones en play off, el dos veces MVP de la temporada firmó el mejor contrato de la historia: 228,2 millones de dólares en cinco temporadas. El dinero no da la felicidad, pero endulza una historia de ensueño. «Sé que soy un modelo a seguir. Espero que esto pueda dar esperanza a todo el mundo».
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