Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Aquí conocemos a Scariolo de primera vista. Aquel italiano elegante de pelo negro engominado que apareció hace veintidós años en la sala de prensa del Fernando Buesa Arena es ya un hombre canoso que mantiene envidiablemente el tipo y el cabello hacia atrás. Pero ... un entrenador que, sobre todo, conserva las señas de identidad que confiere a sus grupos. Equipos que van de menos a más, que empiezan los campeonatos rellenando el depósito con gasoil y suelen terminarlos a base de quemar combustible de 98 octanos. También sé, sin necesidad de intermediarios durante aquella etapa de cronista del Baskonia, que de su figura brotan cierta arrogancia y un empeño por lamerse las heridas antes de manar la hipotética sangre. Un técnico que mide los conocimientos baloncestísticos de su interlocutor y exige un relativo nivel para establecer el diálogo. Pero Sergio, sin lugar a las dudas, es un preparador magnífico encaramado a la elite más de dos décadas. Y algo tendrá su pizarra, que la tiene, cuando la bendicen.
Sí, vengo a reivindicar al táctico de Brescia. Cuando los cenizos irredentos ya cincelaban la lápida de España en el Mundobasket chino surgió el gen competitivo que viaja en el ADN de esta selección desde la quinta irrepetible de los juniors de oro. El bloque que él adiestra ganó 'la final' a Italia del viernes con un partido feo para el espectador e interesante desde la perspectiva de los aficionados a partir de una defensa más allá que notable. A este bloque marcado por ausencias muy relevantes cabía exigirle antes de empezar el torneo planetario del café para todos (32 participantes) que alcanzase los cuartos de final y compitiera dignamente en esa antesala de las medallas. Vale, se trata de una opinión personal del firmante con la que podrás mostrarte de acuerdo a invalidarla. Pero tras las dos sucesivas cátedras cimentadas en muros de contención, el equipo que comanda Sergio ya acaricia (Polonia mediante) la pugna por los metales.
Noticia Relacionada
Al responsable del conjunto nacional hay que reconocerle su pasión por el baloncesto, que demuestra con una elevada capacidad de trabajo, delegaciones efectivas a sus colaboradores y un estudio previo y meticuloso de los partidos. Sobre estos principios debe de entenderse la lección magistral que desgranó el domingo ante Serbia, principal favorita a discutirle a Estados Unidos el oro de Pekín. Al soberbio conjunto de Djordjevic se le caen las figuras de las manos, entre las que destaca el formidable pívot Jokic, autor de triples-dobles en la NBA como quien respira. Pues bien. Scariolo alineó a Oriola de entrada, importante en esos momentos hasta desaparecer del encuentro, sembró la cancha de minas en forma de zonas activas que alejaron al portento rival de la zona y candó con siete llaves la pintura. A través de la movilidad y el compromiso de sus hombres (soberbio atrás Claver, baloncestista del que siempre se espera más de cuanto ofrece), las manos, las ayudas y la telaraña táctica, España dejó en 69 puntos a una trituradora que suele rebasar los cien. Tal fue la impotencia de Jokic que los árbitros castigaron su desesperación con dos técnicas eliminatorias.
De acuerdo contigo en que el juego pertenece a sus protagonistas en pantalón corto -bueno, rodilla abajo-, pero no cabe eludir la importancia del entrenador en este bendito deporte. Y de ensalzar la capacidad de ese Sergio petulante que amordaza bocas a fuerza de conocimiento. Su colega de banquillo, el gran Sasha, enarboló la bandera blanca al sentar al excelente Bogdanovic a un minuto del final. Cansado de tanta valla y tal vez sorprendido por el desarrollo de un encuentro que, probablemente, esperaba de otro modo y con diferente resultado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.