Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El balance de España en el Mundial alcanza la nota de sobresaliente al margen del eterno nudo y favorable desenlace de la semifinal contra Australia. Por cierto, ninguna broma porque asegura una medalla para seguir cosechando premios después de labrar tantos años, y ... bien, la cancha. O la dejaba a merced del aire dominical en la lucha por el bronce. Pero una vez más la fe, el gen competitivo de este grupo y la resurrección, por fin, de Gasol II El Emperador pudieron con la dureza de una Australia muy dura y bien trabajada a los mandos de un base de corta estatura y alta graduación (Mills), la sangría del rebote defensivo (Kay) y unos ataques hasta el descanso semejantes a un parto sin epidural. Antes de empezar el torneo creo que la mayoría de los seguidores hubiésemos partido nuestras dentaduras con un canto rodado si el equipo de Sergio Scariolo alcanzaba los cuartos de final y enarbolaba la bandera blanca a esa altura del camino con las botas puestas y la mandíbula alzada.
Noticia Relacionada
Sergio Eguía
En este torneo de las ausencias generalizadas de tantos conjuntos, algunas voluntarias y otras sobrevenidas, al técnico italiano le faltan un base determinante (Chacho Rodríguez con su rica salsa canaria), el veterano ya casi de vuelta que lo ha sido todo en letras mayúsculas (Pau Gasol) y uno de los dos interiores nacionalizados (Ibaka o Mirotic). Vacíos que alcanzan el diámetro de los cráteres incandescentes. Atrás quedaron los tiempos de la artillería etérea de Navarro y aquel cuarteto de pívots casi sin réplica planetaria: los hermanos Gasol, el congoleño o el montenegrino y Reyes. Y, además, el Marc de esta cita -hasta el esplendor sobre el parqué de hoy- nadaba a cierta distancia de sus mayores oleajes.
España se ha comportado a imagen y semejanza de su preparador. Todos los equipos de Scariolo van de menos a más, sustituyen durante el trayecto el gasoil inicial por el combustible de 98 octanos y siempre guardan trampas tácticas bajo las mangas de su traje de mago. La primera fase frente a rivales de medio pelo, por ser generoso, deparó la imagen de una selección con carencias en ataque traducidas en paupérrimos porcentajes de tiro exterior, poco provecho de su fortaleza por dentro y escasa movilidad de los hombres sin balón. El bloque, justito de anotaciones, avanzó por la inercia del sorteo y agarrado a una defensa que, con el tiempo, se ha mostrado como un muro contundente construido en piezas de orfebrería. Sí, el equipo demostró frente a Italia y sobre todo durante su cátedra de contención contra Serbia que desactivar al adversario también se merece el ingreso en los museos de arte.
Después de tantas décadas de complejo deportivo, este país infló el pecho a lomos de sus éxitos futbolísticos y 'canasteros', los motoristas irredentos y ese Nadal superlativo. De ahí la chulería en el ámbito internacional de la frase «¿A qué quieres que te gane?» Que llevada a estas dos semanas y ciñéndonos al mundo de las cestas y los puntos puede quedar en «A ver si eres capaz de atacarme». El inestable grupo que jugó su 'final' ante Italia y la dejó en 60 maravilló por su defensa coral ante la favorita Serbia que le metió 69 cuando superaba sin aspavientos la centena. El excelente estudio del adversario, la inclusión de Oriola en el quinteto inicial, las variantes zonales que sacaron al formidable pívot Jokic, figura en la NBA, a ocho metros del aro y el campo de minas que colocó Scariolo en la zona obró un 'milagro' tan inesperado como justo. Dentro de la coreografía atrás no cabe obviar el trabajo concreto de Rubio, Rudy y un Claver (ay, cuánto podría rendir según sus capacidades) inconmensurable que esposaba a su par mientras tendía ayudas al resto. El ajedrez impecable de un maestro, Sergio, en la estrategia que domina.
Para llegar hasta aquí se han unido los méritos crecientes de España y los fiascos de selecciones convocadas al podio. Autoeliminaciones que acercan la textura de las medallas. El equipo estadounidense más vulgar que se recuerda en cuanto a talentos individuales, la Serbia que aspiraba a disputarle el oro y se estrelló sucesivamente ante 'La Roja' y Argentina y la Grecia de Antetokounmpo -sin NBA no hay paraíso para su esplendor físico- han allanado la senda a un grupo que vive una luna de miel permanente con el pórtico de la gloria.
Noticia Relacionada
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.