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El Real Madrid estuvo a un rebote de hacerse con el 'clásico' en el Palau, pero una falta pitada a Poirier sobre Sanli -restaba menos de un segundo para el final del partido- llevó al turco a la línea de los tiros libres y el ... encuentro a la prórroga. Allí, en el tiempo extra, el Barcelona pasó por encima de su eterno rival. Otra cicatriz en un rostro ya desfigurado por las derrotas, irreconocible. El conjunto blanco, que visita mañana al Surne Bilbao Basket (19 horas), atraviesa por su peor crisis de juego y resultados de la 'era Laso'. El técnico vitoriano intenta sujetar y coser a un equipo herido, liviano e inestable en la pista, dinamitado por los problemas extradeportivos que acaban de cristalizar en las expulsiones de Thomas Heurtel y Trey Thompkins. No estarán en Miribilla y tampoco volverán a competir con los 'merengues' en lo que queda de temporada. Se les busca otro destino después de su fiesta nocturna en Atenas empapada en alcohol. «Es una decisión mía y es definitiva», dijo Laso sobre el francés y el americano horas antes del 'clásico' perdido. No hay vuelta atrás.
Falta calma y baloncesto en el transatlántico blanco. Todo empezó como estaba previsto, con el equipo solvente en la ACB y la Euroliga, pero después de caer el 23 de enero en casa contra el Barça nada volvió a ser igual. Hasta entonces, el Madrid acreditaba un balance de 34 victorias y solo cuatro 'accidentes' en todas las competiciones. Perder el 'clásico' en el WiZink Center supuso el inicio de una etapa negra saldada de momento con 16 derrotas en 27 partidos, la última encajada este domingo en el pabellón blaugrana.
Es la situación más grave desde la llegada de Pablo Laso en 2011, quien está recogiendo pedazos de un bloque que se está cayendo a cachos. Esto no significa que el Bilbao Basket se dará mañana un paseo por la alfombra roja ante un rival que sigue siendo claro favorito pese a la hondura de su crisis, pero los hombres de negro ven una pequeña posibilidad de pescar en río revuelto.
La pregunta se obligada por lógica: ¿Qué le pasa al Real Madrid? La respuesta no es sencilla. Hunde sus raíces en los asuntos extradeportivos y también en la bajada generalizada del rendimiento de toda la plantilla. «Nadie está a su nivel», comentan fuentes próximas a la actualidad blanca. Los 'casos Huertel y Thompkins' fueron la gota que colmó el vaso, en el que también nada -y por ahora sin ahogarse- Guerschon Yabusele. El francés fue multado debido a su desordenada vida fuera de las canchas. Sus dos compañeros han sido apartados del club de manera irreversible, pero el francés acaba de renovar hasta 2025 y 'cortarle' ahora sería muy complicado. Y no son los único del plantel que 'saben divertirse'. «Todas estas cosas han afectado», sostienen las mismas fuentes, que también hablan de deficiencias en la cancha.
Uno de los grandes problemas deportivos del Madrid tiene que ver con el puesto de base. Ni Heurtel, ahora apartado, ni Nigel Williams-Goss, cuyo fichaje no ha respondido a las expectativas, han podido gobernar con pulso firme la nave blanca. Quedan lejos los tiempos en los que Luka Doncic y Facu Campazzo construían el baloncesto del equipo con solvencia y mucho criterio, justo lo que le falta ahora al conjunto de Laso. A los niveles en los que compiten y pretenden ganarlo todo -conviene recordar que han metido 21 títulos en las vitrinas con el técnico vitoriano-, los 'merengues' carecen de un 'killer' al que se le caen los triples de los bolsillos -léase Carroll- y son incapaces de mantener el ritmo durante los 40 minutos. Alternan rachas buenas con desconexiones. El mejor ejemplo es el partido que perdieron contra el Bayern en la Euroliga. Tras ir ganando de más de 20, en el último cuarto se hundieron con un parcial de 13-38.
El caso es que el Madrid ha ido agudizando su crisis hasta sumar una sola victoria en sus últimos ocho partidos. Fue contra el Fuenlabrada, mientras que cayó ante Manresa, Efes, Maccabi, Panathinaikos, Tenerife, Bayern y Barcelona. Viene 'tocado' a Miribilla, y es justo lo que le hace aún más peligroso. El Bilbao Basket lo sabe, pero saltará a la cancha con un poco de sal para echarlo a la herida.
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