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Pau Gasol, la barba cana de la sabiduría

Análisis ·

Abrocha el ciclo dos décadas después con la conquista de la ACB y rumia la Euroliga, el título que le falta a un palmarés para mirar con gafas de sol

Jueves, 17 de junio 2021, 00:10

Asomándose al precipicio deportivo de los 41 años -los cumplirá el próximo mes- Pau Gasol encarna el ejemplo viviente de quien tuvo, retiene. Y de sobra. El mayor baloncestista español de la historia, uno de los mejores europeos sin huecos para el debate, acaba de ... abrochar el círculo que inició cuando aún le nacían granos en la cara. El mismo rostro que dos décadas después, nada menos, sonríe por la misma ACB que levantó en 2001 antes de cincelar su nombre en letras de molde con la máxima elección continental hasta la fecha, tercera, entre los novatos que aspiraban al ingreso en la NBA.

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Su brote instantáneo a este lado del Atlántico se asemeja al eclipse astral que se ve cada mucho tiempo. Una renovación del eslogan 'llegar, ver y vencer' que trasladó a Estados Unidos casi de inmediato. Pues bien, veinte años después como reza la letra del tango, el mayor de la saga acaba de conquistar la Liga española de la que se despidió como un cohete propulsado al espacio en el verano de 2001. En este retorno por la puerta grande de la ya extinta plaza Monumental de Barcelona, al 'cuatro y medio' de Santo Boi sólo se le ha resistido -y por cinco míseros puntos- la Euroliga dentro de la campaña del doblete blaugrana.

Al margen del indudable éxito colectivo del grupo que maneja Sarunas Jasikevicius, dos títulos y una final perdida de los grandes pesos, centrémonos en la figura capitular del máximo embajador de la canasta española. Como padre no se me ocurren mejores ideas que incitar a los hijos a escuchar charlas de personajes, y personas, como Rafa Nadal o Pau Gasol. Creo cue convalidarían en valores unas cuantas clases puramente cognitivas. Y es que el pívot catalán, hombre muy inteligente y de verbo preciso, predica con el ejemplo.

Desde su retorno al Palau Blaugrana ha recitado lecciones de honradez. Durante los primeros partidos tras dos años en barbecho por una lesión seria y contumaz, Gasol I ha aportado todo cuanto le correspondía. Al principio se le vio superado por la velocidad de tiovivo de todo aquello que acontecía a su alrededor, pero le han bastado dos meses de integridad profesional a prueba de todo para incluirse con cierta naturalidad en ese grupo salvaje que hubiese filmado Sam Peckinpah. Al Barça ultrafísico me refiero, naturalmente.

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De tal modo que Pau se ha imbuido en el ecosistema de un bloque que corre en sexta velocidad mientras él avanza a la cuarta marcha. Una estampida de búfalos alrededor que no altera su manera científica -también pasional, que conste- de entender el deporte que ama. Sólo los muy dotados para 'esto' -argot típico del baloncesto- se sienten capaces de no quedarse anclados en una foto fija y pretérita. Pero es que el primogénito de la saga, el hijo de Marisa y Agustí, viene reivindicando el valor del baloncesto eterno, aquel previo a las tablas musculares de la ley donde sólo sobreviven los más aptos. Pau entre ellos, desde luego, que antepone la materia gris a los bíceps descomunales.

El Barça se ha llevado el trofeo de la ACB con el formato reducido de bolsillo por superioridad física y un octanaje muy superior al del depósito casi exánime que ofrecía el Real Madrid. Indagando en la extensa plantilla culé me detengo en Mirotic, Higgins y Calathes, pero no mando al rincón de la amnesia los minutos de calidad que ha ofrecido Gasol en el desenlace del torneo. Saras le ha dosificado para extraer lo mejor de su excelente pulpa. Que traducida a términos del baloncesto nos conduce a colocar el bloque directo en el momento justo, a rematar en boca de gol su conexión natural con el base griego -los listos se entienden con un amago de mueca-, a no bajar nunca la pelota cuando la recibe allá donde los electricistas reponen los focos de los pabellones y a mejorar su defensa con los años a base de fundamentos. La barba cana de la sabiduría. A Pau se le conoce certeramente como 'la leyenda'. ¿Continuará?

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