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Un año más, la Copa del Rey de baloncesto ha sido un éxito. Málaga se presta. Sus calles se han inundado de aficionados y sorprendentemente, entre ellos se ha dejado ver y sentir un grupito numeroso de vitorianos con sus camisetas del Baskonia. Los seguidores ... malagueños son tan numerosos como los que llenan el Buesa Arena. Sin embargo, su forma de actuar es muy diferente. En Vitoria, todo rueda alrededor del partido; en Málaga a los aficionados les da tiempo para animar, cantar y bailar. Cuestión de caracteres.
En cuanto al baloncesto, pocas sorpresas. La diferencia de las plantillas del Real Madrid y Barcelona en relación al resto es abismal. Recuerda dos décadas atrás cuando ganarles era un milagro. Los partidos de cuartos de final siempre son raros. El Murcia mantuvo la cara dignamente para caer ante los blancos. El mejor encuentro de de toda la Copa fue el Unicaja-Tenerife. Dos conjuntos de la ACB alejados de la Euroliga con plantillas físicamente débiles pero con mucho talento. Vidorreta ofreció una magistral dirección técnica basada en el profundo conocimiento que tiene de su plantel. El Unicaja nunca fue el equipo de Liga, quizás temeroso del compromiso. El Manresa aceptó una derrota digna ante el Barça.
Las semifinales mostraron la brutal diferencia que existe entre los dos grandes y los demás del cuadro. El Real Madrid se deshizo de los valencianos sin despeinarse. Y el Barcelona destruyó a los canarios con un apabullante 40-8 en el segundo cuarto. Cierto que los catalanes son superiores, pero algo suena mal cuando un equipo que juega una prórroga -cena no antes de la una- tiene que competir con menos de 24 horas de descanso. Me imagino el sufrimiento de Huertas, cerca de la cuarentena, notando que su máquina no daba para más.
El evento, por sí interesante, se enriquece con un torneo de jóvenes promesas. Otro gran éxito de la ACB. Es un placer ver jugar a esos críos, aunque por desgracia se repite la problemática: el Barcelona y el Madrid. Con muy buen criterio, cuando la diferencia pasa de los 50 puntos, se deja de anotar. Se ve el sufrimiento de los chavales y duele.
La final de ayer ocurrió tal como hacían suponer los pronósticos. El Madrid es un equipo muy definido. El entrenador, con criterio de gran final, no especuló y no hubo las rotaciones de la Liga. Cinco jugadores -Campazzo, Deck, Musa, Yabusele y Poirier se bastaron para ganar-. Sólo necesitaron una ayudita de Tavares. El base blanco, de lejos el mejor jugador del campeonato, anotó, asistió y anuló al siempre peligroso Laprovittola. Los últimos minutos deslucieron la final por la superioridad blanca pero en honor de los perdedores decir que se mantuvieron hasta el ultimo cuarto. El Madrid es el equipo más definido de Europa. Juegan juntos el mejor base y su reserva y el mejor pívot con Tavares y su escudero Poirier. Parece que el futuro es de ellos.
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