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Hay teorías, estrategias, corrientes filosóficas y complejas explicaciones. Luego está la verdad. Y la verdad, desnuda, en el baloncesto es que hay que hacer pasar ... una pelotita naranja por una red blanca. Hasta lo de los colores resulta accesorio. Para conseguirlo hay tantos caminos como uno pueda imaginar. El más corto, todo el mundo lo sabe, siempre será la línea recta. La que trazó ayer Shane Larkin hacia una final a la que el Anadolu llega castigando. Repaso al Fenerbahce, 73-92. Paliza de Ergin Ataman a Zeljko Obradovic.
El genio de Cacak no encontró ayer nada en su chistera. No hubo alternativas al torrente de baloncesto con el que el Anadolu inundó el Buesa Arena. Quizá porque no la hay cuando alguien tiene todas las respuestas. Cuando un jugador se convierte en la respuesta. Cuando lo sabe y decide demostrarlo. El triple con el que cerró su cuenta de 30 puntos, más que una canasta, fue un símbolo.
Fenerbahçe
Muhammed (4), Green (13), Guduric (8), Melli (9) y Duverioglu (-) -quinteto inicial-. Mahmutoglu (5), Kalinic (12), Biberovic (-), Sloukas (8), Vesely (14) y Guler (-).
73
-
92
Anadolu Efes
Larkin (30), Micic (25), Simon (-), Moerman (7) y Dunston (9) -quinteto inicial-. Beaubois (2), Balbay (-9), Motum (9), Pleiss (-) y Anderson (10).
Parciales: 20-19, 20-26, 17-23 y 16-24.
Árbitros: Lamonica (Italia), Latisevs (Letonia) y Difallah (Francia).
Incidencias: Primer partido de semifinales de la Final Four de Vitoria 2019, disputado en el Fernando Buesa Arena. 13.470 espectadores.
Cinco pequeños en cancha para el Fenerbahce. Sí, Zeljko probó hasta con Kalinic de pívot. Había que evitar que Larkin estuviera cómodo. ¿Qué hizo el de Cincinnati? Marear la pelota botándola de mano a mano, de lado a lado, meciéndola, metiendo a su defensor en una fugaz somnolencia -y su defensor era Sloukas- para súbito, amartillear el codo y clavar el triple tras dar un paso a un lado. ¿Qué hizo el griego? Protestar al árbitro. Absurdo, pero con Lamonica en el campo nunca está de más jugársela. La grada, que tardó en llenarse porque los seguidores de Madrid y CSKA no vinieron hasta el descanso del partido, había enmudecido mucho antes. Al punto, más absurdo, que un hincha de los auriazules, legión en la grada, se enfrentó al banquillo de su propio equipo.
Fue un rival menor el Fenerbahce. Siempre a remolque. El duelo discurría según Obradovic lo había planteado. Escamoteando los primeros minutos con un ritmo bajísimo. Alargando cada posesión simplemente para que no pasara nada. Sloukas y Vesely no entraron en escena hasta el minuto cinco. Un triple del genial base griego sobre la bocina les permitió vencer en el primer parcial. Hasta pareció que el big three de los del 'jardín del faro' -eso significa Fenerbahce- se bastaría para sacar adelante lo que para ellos suele ser un trámite antes de la final. Sloukas, Vesely y Melli forman un trío terrible.
Claro que un trío no puede con un full, que es la mano que llevaba Ataman en su particular envite de póker. O por explicarlo con el más castizo tute, el Efes tenía el as, el tres y otros tres triunfos iguales en su voluntad de atrapar el rebote. 25 a 43 acabó la estadística respecto a los balones capturados bajo el aro. Incontestable. Solo hubo que esperar a que saliera la sota y arrastrar. Ni eso. Fue mucho más fácil. Evidentemente, en cuanto Larkin quiso mostrarnos la verdad. Su verdad.
Intuyó que Obradovic quería un partido trabado en el que disimular las bajas de Datome y Lauvergne. Una comida lenta y copiosa que se les atragantara a los debutantes. Alubias en puchero y sacramentos. No way. Larkin agarró la costilla, la echó a la brasa de sus triples y en cinco minutos tenía al pabellón bien alimentado y coreando 'MVP, MVP'. Venía mosqueado el americano tras las críticas en Barcelona -que lo eran contra el Barça- y que decían que Larkin pareció Jordan en los partidos del Palau. Lo tomó como una falta de respeto y prometió que si era lo necesario para ganar, trataría de que se lo llamaran más veces. Ayer no fue aire, aunque lo dominó. Los tiros fueron más por Iverson; apodado The Answer.
Fue omnipresente. Al descanso llevaba seis rebotes. Con su metro ochenta raspado. Talento contra la colección de robots de los vecinos del otro lado del Bósforo. A base de ráfagas de genialidad. Unas suyas, otras de Micic (partidazo superlativo el del serbio), que reclamó el foco de las defensas rivales para que Larkin rompiera entre sus filas una y otra vez.
El primer palo llegó en el segundo cuarto, marcando la tónica de lo que fue la semifinal. Un Efes que mejoraba en defensa a cada minuto y cobraba dividendo de la horrible tarde del rival desde el triple. Ese 28 % de acierto los condenó. Un tiempo muerto, que la Euroliga usó para homenajear al periodista local Rafa Muntión, y un Vesely acertado permitieron igualar la primera ventaja por seis de los azulones. El segundo palo fue la tercera falta señalada a Sloukas. A cinco del descanso. Del 30-32 se pasó a un 30-38 ante la ausencia del de Salónica. Lo arregló Lamonica. Primero bronca con Zeljko, que me pongo rojo, que mira tú. Los preliminares habituales. Después una falta que solo el italiano ve, otra que se come y una zona a Motum que aún está contando los segundos.
Para el anecdotario, para hablar de algo en el bar. Micic y Larkin mataron el partido en los siguientes 15 minutos anotando de todos lados y formas. 25 puntos del primero, 30 del segundo, más 7 rebotes y 7 asistencias. Ataman, con razón, los cambió con un minuto en el reloj solo para que recibieran la ovación del Buesa.
Poca rotación en el Fenebahce La tercera falta de Sloukas, en el segundo cuarto,dejó sin dirección a los de Zeljko Obradovic
Mucho talento en el Efes Las apariciones de Larkin y Micic, a los que Ataman deja libertad absoluta, minaron al rival
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