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Un baskonista nace donde quiere. El veneno azulgrana es efectivo. A veces viene en el cromosoma. Otras, simplemente te pica. Pero rara vez te repones. Puedes cambiar de hogar, de camiseta, que Vitoria y el Buesa Arena se quedan grabados. Una selección con varios ... de los exjugadores más carismáticos desvela en exclusiva cómo se convirtieron.
Se trata de un All Star azulgrana imposible porque abarca un cuarto de siglo. El de las tres Ligas, una Copa de Europa, seis Copas del Rey, cuatro Supercopas y las cinco Final Four. El primero, José Manuel Calderón, se bautizó el siglo pasado, en 1994 nada menos. El último, el imperturbable Rodrigue Beaubois, regaló clase hasta el último verano.
44 años de militancia les asisten. El único requisito para aparecer en estas líneas ha sido el de la sinceridad. ¿Cómo se convirtieron? ¿Genética o la mecha prendió por alguna cuestión más pragmática? Hay de todo. Bautismos juveniles, desembarcos pensados para pegar un estirón profesional o apuestas arriesgadas con miras a recuperar el crédito perdido. Vamos a ello.
José Manuel Calderón (Villanueva de la Serena, 1981) cautivó a Alfredo Salazar en un campeonato infantil. «Tenía 13 años, me vio con la selección de Extremadura. Nos invitaron a conocer Vitoria, el equipo, colegios... Nos gustó mucho», el rebobina el base desde Detroit, donde ejerce de veterano en los Pistons. Trece temporadas en la NBA dan idea de su baloncesto. Entre los españoles, sólo Pau Gasol acumula más.
De regreso a 1994, Jose señala que «no fue una decisión fácil. Consulté mucho con mi familia. No saber qué me iba a encontrar era lo que más me preocupaba». El tiempo ha demostrado su buen tino.
Una singladura calcada a la de Tiago Splitter (Joinville, 1985), posiblemente el mejor 'cinco' de la historia azulgrana. Cruzó un océano con 14 años. «Obviamente ir a Europa era un mundo nuevo, no tenía ni idea». El Baskonia inició el roneo con el envío de «revistas, posters, cintas con partidos». Al igual que Calderón viajó con sus padres.
«Después de que se quedaran más tranquilos al comprobar dónde iba su hijo, nos convencimos de que era un buen lugar para mi desarrollo como jugador», apostilla desde Brooklyn, donde ejerce de ojeador para los Nets. «Pero desde luego no fue una decisión fácil la de salir tan pronto de casa. Sobre todo para mis padres». El idilio con el Baskonia duró una decada, la más gloriosa del club.
El club no sólo ha indagado en los caladeros más bisoños. Siempre atento a los nuevos mercados, Argentina ha sido una mina. Marcelo Nicola y Walter Guiñazu abrieron renglón. Después aterrizó Juan Alberto Espil. Nacido en Bahía Blanca en 1968, reinaba con enorme suficiencia en su liga. «Mirá, durante todo el año anterior a fichar me estuvo llamando el León Baloncesto», rememora el exescolta, quien ha rubricado un pacto con el diablo a juzgar por sus imágenes actuales.
«Cuando empecé a jugar en la seleción, Marcelo (Nicola) me hablaba maravillas de la ciudad y del club. Empecé a hablar con Alfredo Salazar y Baskonia me convenció muy fácil». Ayudó la obtención del pasaporte italiano. Aterrizó con 28 años. «Firmé tres años y prorrogamos otro». En el Buesa Arena tuvo taquilla de 1996 a 2000. Prolongó su carrera por Italia, la ACB, la LEB y Argentina hasta las 44 'primaveras'.
El ansia de crecer motivó a otra leyenda azulgrana. Laurent Foirest contaba con 25 años cuando decidió dar el salto. «Quería jugar en España porque era el mejor campeonato, aparte de que deseaba jugar al máximo nivel en la Euroliga», cuenta el ahora técnico del UJAP Quimper de la ProB, la segunda categoría gala.
Se vistió de azulgrana en el verano de 1999. «Aunque las conversaciones empezaron pronto la temporada anterior. Creo recordar que en febrero ya habíamos alcanzado un preacuerdo». Cumplió lo que restó de temporada en el Pau Orthez y ya no se movió de Vitoria hasta 2003. Entremedias, una Liga, una Copa del Rey, la final contra el Kinder Bolonia. Mantiene contacto habitual con Bennett. «Y sigo la actualidad del club. Desde que jugué allí, al Baskonia le gustan los franceses», vacila este marsellés del 73.
La posibilidad de crecer, en lo deportivo y en lo económico, motivó a Will McDonald. Atiende desde Japón, donde apura sus últimos sorbos en el San-en NeoPhoenix. «Tengo 39 años y todavía estoy en un gran momento. El secreto es el respeto a tu cuerpo, al entrenador. Me llevó años entenderlo y Vitoria fue el lugar donde aprendí más lecciones, buenas y malas». Siempre será recordado por ser uno de los de 'la curva de Miraflores', también por su buen hacer en la cancha. Contribuyó a alzar la Liga de 2008, la Copa de 2009 y un par de Supercopas.
El siguiente verano, McDonald cambió de barrio y entre los que cubrieron su hueco figuró Carl English (San Juan de Terranova, 1981). «Quería subir un escalón en mi carrera. Mi objetivo era disputar la Euroliga y en un equipo de la ACB. Aquel año, el Baskonia montó un equipo All Star y ganamos la Liga», valora desde su Canadá natal. Ahora pertenece al club de su ciudad, el Saint John's Edge donde comparte vestuario con el exNBA GlenDavis.
Esa ambición sana hizo coger un avión a Milko Bjelica. De Vilnius a Foronda en 2011. «Después de destacar en el Lietuvos necesitaba subir de nivel. El Baskonia venía de ganar la ACBla campaña anterior, por eso no me lo pensé cuando me dieron la oportunidad», puntualiza el ala-pívot de 34 años, enrolado en el Alvark Tokio nipón y protagonista de una segunda y breve etapa en Vitoria en la campaña 2013-14.
La carrera de Zoran Planinic (Mostar, 1982) languidecía en los Nets, donde Jason Kidd acaparaba todos los focos. «Tenía un año más de contrato pero me sentía infeliz porque no jugaba demasiado. Mi agente me comentó el interés del Baskonia y del Maccabi», afirma el croata, la elegancia personificada. Valía la pena apoquinar la entrada sólo por verle botar. «Hablé con Perasovic, me dijo que jugaríamos un baloncesto rápido, de muchos puntos. Unido a poder jugar con grandes como Scola, Splitter, Rakocevic, Prigioni o Teletovic fue fundamental», revela desde Chicago, donde trabaja en el negocio inmobiliario.
Algo parecido le ocurrió a Rodrigue Beaubois (Pointe-à-Pitre, 1988). También probó muy joven el fulgor de la NBA. Quizá demasiado. Apenas jugó y volvió a Europa por la puerta de atrás. Hasta la llamada baskonista. «Fue una decisión rápida. Al poco de saber de su interés, hablé por teléfono con Sito Alonso. Después de esa conversación me uní», agrega desde Estambul.
¿Qué decir de Ioannis Bourousis?Devaluado tras padecer el ostracismo en el Real Madrid, el verano de 2015, con 32 años, apuntaba a cotas menores. Hasta que sonó su móvil. «Perasovic me llamó cuando volví de disputar unos partidos con la selección griega. Acerté al decir que sí. Fue uno de los mejores años para mi familia y para mí. También para el club, con esa clasificación para la Final Four de Berlín».
Tal fue su ascendente que el Panathinaikos tiró de chequera. Un año después marchó a China, desde donde responde. «Siempre me pongo feliz cuando sale Vitoria o el Baskonia en una conversación». Palabra de azulgrana.
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