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Dos palabras, las dos que se daban por seguras desde el momento en que la Euroliga decidió que Vitoria fuera la sede de la Final Four, resumen a la perfección el fin de semana que se ha vivido en la capital alavesa. La primera, como ... hizo famosa Pepu Hernández es 'ba-lon-ces-to'. Los cuatro partidos que ha albergado un precioso Buesa Arena, la rivalidad en las gradas, los espectáculos antes y durante los encuentros... Ha sido prácticamente perfecto en todo. Incluido el transporte de los aficionados en incansables autobuses lanzadera. La segunda palabra por la que la Euroliga mostró ayer su agradecimiento es 'hospitalidad'. «La hospitalidad de los ciudadanos de Vitoria y el resto del País Vasco ayudó enormemente a que todos los visitantes se sintieran bienvenidos», destaca la máxima competición europea.
La convivencia de 14.000 personas (13.420 según estimó la organización durante el partido por el título) en un espacio tan reducido como un pabellón deportivo no es sencilla. Más complicada si encima hay ocho nacionalidades con muy diversas costumbres. El 62 % de los asistentes eran españoles –vitorianos y madridistas–, pero hubo un 18 % de turcos –la mayoría del Fenerbahce, que tienen un enquistamiento personal con el entrenador del Efes, Ergin Ataman–; un 6 % de rusos; un 4 % de griegos y al menos un 1 % de israelíes, franceses, alemanes e italianos.
Es más, Vitoria y su Final Four se metieron en casa de los aficionados al baloncesto de 193 países gracias a la televisión. Nunca antes se había realizado una cobertura tan amplia de este evento. Todos ellos se quedaron con una inmejorable imagen de Euskadi y de su capital. Ciudad a la que todo el planeta asocia ya al mejor baloncesto.
«Queremos agradecer a la Diputación Foral de Álava, el Ayuntamiento de Vitoria, el Gobierno vasco y Saski Baskonia por su apoyo antes y durante la Final Four. Todos han sido integrales en la organización de un evento de la magnitud de la Final Four, que muestra la importancia del País Vasco en el mundo entero», declaró ayer Jordi Bertomeu, presidente y CEO de Euroleague Basketball. La organización, de hecho, no dudó en calificar el evento de «enorme éxito» y se felicitó por que todos los fans disfrutaran de una «increíble Final Four en Vitoria». «Desde el primer día, todos hemos trabajado en paralelo con un fin común, traer la mejor Final Four posible a nuestros aficionados, y me siento muy orgulloso del evento que hemos ofrecido».
Y es como para estar orgullosos. Orgullosos de las 2.700 personas que trabajaron a destajo –170 de ellos voluntarios no remunerados– durante toda la semana para hacer más fácil su estancia a los visitantes. Orgullosos de que lo hicieran siempre con una sonrisa. Muchos de ellos pasando largas horas de pie en la calle a temperaturas más propias del invierno que de la primavera. La caída de las temperaturas era algo que preocupaba especialmente a los responsables de la competición.
La consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, también mostró su «satisfacción» por la ausencia de incidentes. Un éxito que explicó por «el trabajo eficaz, eficiente y coordinado que han llevado a cabo los distintos cuerpos policiales, así como el personal de los servicios de protección civil, seguridad privada y Osakidetza, entre otros». A todos ellos agradeció su labor y trasladó sus felicitaciones a la ciudad de Vitoria. Las instituciones alavesas y vasca declinaron ayer hacer valoraciones a la espera de una próxima reunión en la que se estudiarán los pormenores del evento y se hará una valoración económica del mismo.
Dicen que el baloncesto moderno, el que se rige por las estadísticas avanzadas, abusa del triple y desprecia el tiro clásico a media distancia. La hostelería vitoriana ha vivido el equivalente de esa idea en sus propias carnes este fin de semana. Mientras los hoteles y los restaurantes de alta cocina estaban llenos, hasta con colas para cenar en algunos casos, el bar de toda la vida no ha visto pasar al resto de aficionados menos potentados, o los ha sentido muy poco. Porque el mal tiempo invitaba poco al terraceo, incluso a los propios vitorianos. La mayoría de las aficiones se alojaban en Bilbao –en San Sebastián, Logroño y Miranda de Ebro en menor medida–, mientras que Vitoria centraba sus esfuerzos en acoger a los equipos, medios de comunicación, los VIP y la propia organización de un acontecimiento deportivo tan importante y exigente como la Final Four.
Quizá las expectativas creadas, donde muchos vieron una ocasión de negocio e invirtieron en consecuencia, ha sido el mayor de los planchazos para los que esperaban la llegada de un dinero turco o ruso que no llegó a bajarse de las carteras de unos aficionados que ni pararon en el centro de una ciudad que les esperaba con los brazos abiertos ni en una fan zone colocada en la puerta de su Ayuntamiento. Los hoteles sí lo notaron, pero los bares, como informaba ayer este periódico, apenas sintieron la presencia de seguidores de los cuatro equipos.
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