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La presión de un quinto año en un club que solo justifica sus inversiones millonarias con el título de la Euroliga pesaba de manera brutal sobre los hombros de Dimitris Itoudis. Quizás por eso, el técnico griego celebró como una liberación el hecho ... de coronarse campeón de Europa sobre el parqué del Buesa Arena al frente del CSKA. No es solo el deber cumplido, también la constatación de haber sorteado la cola del paro con una jugada genial, la mejor posible. Su abrazo con el presidente Andrey Vatutin fue un choque de dos personalidades desbordantes y exigentes. Tanta alegría como rabia desatada y lágrimas entre ambos. Y es más que posible que una garantía de renovación de contrato para el preparador heleno.
El CSKA vuelve a ser dominador de Europa. Atrapa de nuevo un título que había alzado por última vez en 2016, también con Itoudis al mando. El club que nació de las entrañas del Ejército Rojo suma su octavo máximo entorchado continental, el cuarto de la era moderna que arrancó en 2000 con la escisión de la FIBA. Vuelve a tener a buen recaudo la presa el equipo que casi siempre alcanza una Final Four y que tantos disgustos se suele llevar en un torneo de carácter instantáneo que no respeta una mala noche. No ha tenido ninguna el conjunto ruso en esta Final Four. Protagonista de una brillante resurección en la semifinal ante el Real Madrid y autoritario y dominante en la final resuelta a su favor contra el Anadolu Efes. El duelo definitivo coronó al plantel más fiel a la palabra equipo. El CSKA discutido, comparado y al que muchos le sacaban una colección de débiles costuras ha rematado su temporada con una imagen de escuadra formidable, capaz de armonizar el talento deslumbrante de su perímetro para equilibrar la escasez de generación ofensiva, que no de trabajo, de su batería interior. Y la bisagra entre el mundo de la pintura y el exterior responde al nombre de Will Clyburn, merecido MVP de la final gracias a esa capacidad para ser una amenaza continua desde posiciones múltiples y a distancias variadas. ¿Un 'tres' o un 'cuatro' menudo? Un jugador superlativo y debate concluido.
Anadolu Efes
Micic (10), Larkin (29), Anderson (7), Moerman (2) y Dunston (13) -cinco inicial-; Balbay, Beaubois (3), Simon (15), Motum (4), Pleiss y Sanli.
83
-
91
CSKA Moscú
De Colo (15), Hackett (7), Kurbanov (7), Clyburn (20) y Hunter (7) -cinco inicial-; Sergio Rodríguez (6), Higgins (20), Hines (9), Peters, Bolomboy y Ukhov.
Parciales. 20-29, 42-44 (descanso); 62-68 y 83-91 (final).
Árbitros. Robert Lottermoser (ALE), Luigi Lamonica (ITA) y Olegs Latisevs (LET).
Incidencias. Final de la Euroliga 2018-2019, disputada en el Fernando Buesa Arena ante 13.420 espectadores, según datos de la Euroliga. Presenció el partido en el palco, entre otras personalidades, el lehendakari Iñigo Urkullu.
El jugador de Detroit fue la punta de lanza de un CSKA que sometió a un Anadolu Efes siempre combativo, pero también lastrado por el exceso de individualismo. Kurbanov y Hackett realizaron un trabajo fundamental para arrastrar a Larkin y Micic a la acumulación de lanzamientos, sin dar alternativa a la generación de juego. El estadounidense cerró el duelo con una actuación anotadora soberbia (29 puntos), pero con dos únicas asistencias. Mientras, el base serbio fue una presencia intermitente en el encuentro, con una carta de tiro mejorable (2 de 9 en triples) pero sin transmitir esa sensación de tener en su mano el metrónomo del encuentro. La dependencia que arrastra el conjunto turco de sus dos genios 'pequeños' es tal que un virtuoso como Beaubois apenas pasó de jugador anecdótico en la gran final. Ante la necesidad de más brazos, puso los suyos y su corazón de veterano Bryant Dunston, gladiador sin premio bajo los aros.
No fue suficiente para contener la labor destructora del CSKA. Clyburn firmó una actuación soberbia, pero no menos brillantez demostraron puntales exterior como Higgins o De Colo. En choque de alto desgaste físico, Sergio Rodríguez quedó en un segundo plano para dar paso a luchadores de vena más aguerrida como Hackett y Kurbanov o la labor de intendencia interior de Hunter y Hines, de nuevo contundente en un partido decisivo y ya coleccionista de cuatro títulos de la Euroliga.
El CSKA impuso en la final su dureza y su eficacia. Desplegó un trabajo de acoso y derribo continuo de los referentes principales del Efes y dejó una carta de tiro de una eficacia muy superior. Una vez más, queda demostrado el peso de la precisión en este juego.
El arranque del encuentro deparó unos primeros minutos de absoluto goce baloncestístico, con dos equipos valientes y sin asomo de agarrotamiento alguno. Larkin desplegó su recital anotador, pero el CSKA fue el primero en abrir distancias con un parcial de 3-16 que le concedía una holgada ventaja mediado el segundo cuarto (20-34, minuto 14). La escuadra turca no encontraba a Micic, pero Dunston y Simon ejercían de salvadores. Bajo su mando, la escuadra otomana se recuperó hasta incluso ponerse por delante en el marcador gracias a un parcial de 17-5 (45-44, minuto 21). El CSKA sabía que era un partido largo, se vio obligado a cuidar la baza de De Colo tras su tercera falta personal, pero se preparó para activar una ofensiva que desgarró al Efes. Un triple del francés, otro de Clyburn y dos más de Higgins daban pasó a la carga pesada interior de Hunter y Hines. Los rusos volvían a ponerse por delante con catorce puntos de renta (54-68, minuto 29). El cuadro turco intentaba cerrar heridas. Micic se animaba a asomar y Larkin ponía fin al tercer cuarto con un triple extremo (62-68), respondido desde la misma distancia por Sergio Rodríguez en el inicio de la entrega final.
El CSKA se mantenía serio a pesar de los constantes acercamientos de un Efes encomendado a la magia individual, tan elogiable como agrietada llegado el momento cumbre del encuentro. Canastones para enmarcar, pero también tiros en los que el balón ni tocaba el aro y pérdidas de balón mortales. El Efes se desangraba, la afición del Fenerbahce comenzaba a insultar a Ergin Ataman y el CSKA rubricaba el título de la Euroliga, bañado en confeti dorado bajo la techumbre del Buesa Arena.
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