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JON ANDER GOITIA
Viernes, 28 de mayo 2021, 23:13
Difícil entender a Jon López lejos del banquillo del Leioa Waterpolo, al igual que imaginarse a este equipo sin un técnico que ha marcado un antes y un después en la historia del conjunto vizcaíno. El ejercicio es complicado, pero ahora obligado. Después de 16 temporadas al frente del Leioa Waterpolo, Jon López anunció este viernes que no continuará el curso que viene como míster para ocupar otro rol dentro de la entidad. Pone así punto y final a una dilatada carrera desde la banda en la que este año ha escrito un capítulo de oro.
Por primera vez en la historia, un equipo vasco disputaba la División de Honor, la máxima categoría nacional. El Leioa, su Leioa, alcanzó el año pasado la gloria. «Empezamos abajo, lo más abajo posible; y con casi todo en contra, conseguimos llegar a lo más alto», remarca el míster en una extensa carta con la que se ha querido despedir del equipo al que llegó a finales de 2005. «Era un chico tímido, sin apenas experiencia como entrenar y con objetivos muy humildes», evoca, haciendo un importante salto en el tiempo.
El reto era mayúsculo. Tomó la batuta del conjunto masculino y femenino. Dirigió durante tres temporadas a ambos de manera paralela, hasta que finalmente se centraría únicamente en las chicas, una decisión que marcaría un antes y un después para ambos. «Pasito a pasito, sin prisa pero sin ponernos ningún techo» fueron cosechando importantes victorias y fijando nuevos objetivos. Los ascensos se repitieron, desde la Liga Euskal Herria, pasaron a la Segunda División, luego saltaron a la Primera y el año pasado culminaron el sueño con el ascenso a División de Honor.
López se acordó de cada una de las personas que han colaborado por conseguir este hito, sobre todo de las jugadoras que han estado a su mando durante las dieciséis temporadas. «El agradecimiento más importante a las jugadoras que han agrandado la figura de este equipo hasta convertirlo en una referencia para mucha gente», confesaba. Unas compañeras de viaje que le han permitido escribir «uno de los capítulos más salvajes de mi vida».
Cierra la puerta del vestuario, pero adelanta que no se alejará de las piscinas. «Toca cerrar este ciclo y ver el waterpolo desde otro punto de vista. Coger aire, distancia y portar desde donde creo que voy a ser mucho más útil, el cuerpo me pide distancia», razona sobre su despedida, a la que trata de quitarle hierro. «Nos seguiremos viendo en las piscinas, porque no hay final, todo es camino».
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