El rugby también aparta a las trans de las competiciones internacionales

El Comité Olímpico Internacional (COI) se mantiene de perfil y considera que cada deporte, a través de sus máximos organismos, debe implementar sus propias normas al respecto, y este proceso ya ha arrancado. Todo ello impulsado por el caso de Lia Thomas, la nadadora estadounidense que pulveriza los cronos en categoría femenina tras empezar a competir como mujer poco después de iniciar un tratamiento de reasignación de sexo.

Si este pasado domingo la Federación Internacional de Natación (FINA) anunciaba el veto a las nadadoras trans en las competiciones internacionales, pudiendo competir en una nueva categoría si han pasado alguna de las fases de la pubertad masculina, la que ha seguido sus pasos ahora es la Federación Internacional de Rugby. Dos disciplinas en las que la envergadura y la fuerza son fundamentales.

En el caso del balón oval, la International Rugby League, una de las federaciones internacionales de este deporte, ha indicado que desde este mismo martes las deportistas transgénero no podrán participar en los partidos internacionales femeninos de rugby 13, «mientras se desarrolla una política de inclusión integral», lo que les deja fuera de los encuentros que se disputen este fin de semana y de la Copa Mundial que tendrá lugar en noviembre en Inglaterra.

La autoridades en este terreno consideran que necesitan «realizar más consultas e investigaciones» para poner en marcha una normativa en 2023 que tenga en cuenta «el bienestar y el riesgo legal y reputacional», tanto del deporte como de las propias jugadoras. La federación cita precisamente la resolución del COI en la que señalan que cada deporte debe determinar en qué situaciones las mujeres nacidas hombres pueden estar «en una ventaja desproporcionada» respecto a otras competidoras. La IRL se reafirma en que el rugby es un deporte «para todos», y asume la responsabilidad «de equilibrar los derechos de todas las jugadoras y garantizar que sean escuchadas».

Ya en octubre de 2020, World Rugby, otro de los organismos que establecen las normas de este deporte, la institución que gobierna las federaciones de rugby a nivel internacional, elevó a regla la prohibición de que las mujeres trans jugaran en ligas femeninas de contacto, lo que desató las críticas entre la comunidad LGTBI. En su defensa, World Rugby explicó su decisión sosteniendo que «los varones biológicos cuya pubertad y desarrollo está influenciado por andrógenos o testosteronas son más fuertes entre un 25 y un 50%, un 30% más poderosos, un 40% más pesados y un 15% más rápidos que las hembras biológicas».

Tras estos movimientos dados en la natación y en el rugby, en un tema que provoca una gran controversia y un profundo debate a nivel mundial, el presidente de World Athletics, la federación internacional de atletismo, Sebastian Coe, sugirió que pronto ellos podría seguir su ejemplo, aplaudiendo la política aprobada por la FINA.

«Si alguna vez nos arrinconan hasta el punto de emitir un juicio sobre la equidad o la inclusión, siempre caeré del lado de la equidad. Mi responsabilidad es la de proteger la integridad del deporte femenino. No podemos tener una generación de chicas jóvenes pensando que no hay futuro para ellas en el deporte. Mantener la primacía y la integridad de la competencia femenina es absolutamente vital. Si tenemos que ajustar los protocolos en el futuro, lo haremos», declaró Coe, destacando que siempre han creído que «la biología gana al género».

Al igual que World Ahletics, la FIFA, el organismo que rige el fútbol mundial, también ha afirmado en las últimas horas que se encuentra en un proceso de revisión de sus políticas de elegibilidad, hablando con médicos, abogados, científicos y expertos en temas de rendimiento. «Se tratará caso por caso, teniendo en cuenta el claro compromismo de respetar los derechos humanos». Según aseguró un portavoz al periódico The Times, se van a basar «más en la ciencia» que en la autoidentificación de las personas como hombres y mujeres. «Observaremos muy de cerca la nueva política de la FINA, y bien podría ser que la pubertad masculina y/o los niveles de testosterona sean el factor determinante».