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Casi seis horas y media sin parar nadar. Casi nada. Ese fue el tiempo que empleó la vizcaína Andrea de la Hera, de 26 años, el pasado fin de semana para completar los 27 kilómetros de distancia en una de las travesías en ... aguas abiertas más exigentes del panorama nacional, la Batalle de Rande. Se trata de una prueba que se celebra en Vigo, en el mismo lugar en el que hace poco más de tres siglos se libró un cruel enfrentamiento naval entre las escuadras anglo-holandesas y las hispano-francesas, en el contexto de la Guerra de Sucesión Española.
Esta aventura parte desde las paradisíacas Islas Cíes, nadando por toda la ría, pasando por las zonas de las bateas, cruzando el Puente de Rande, hasta llegar a Redondela, donde se termina en la Isla de San Simón. Un recorrido que De la Hera, la única vasca de la prueba, completó por primera vez. Todo un reto, ya que nunca antes había pasado de los 15 kilómetros de distancia. Y todo ello en una de las pruebas más duras del país, con numerosas corrientes y una gélida temperatura del agua. Pero nada de ello impidió que terminara cuarta, siendo la mujer más veloz (6 horas, 27 minutos y 23 segundos). «Me quise salir del formato tradicional y competí contra los hombres. Me arriesgué a no ganar la travesía, pero quería luchar contra ellos», explica.
Y lo cierto es que no le saló del todo mal, a cinco minutos del tercero, y eso que no empezó teniendo su mejor día. «Me pasó de todo. Primero me olvidé el neopreno en el hotel y tuvieron que ir a por él desde las Islas Cíes. Luego en el kilómetro 8 tomé un gel que me sentó mal y estuve unos 10 kilómetros vomitando. Mi cuerpo no aceptaba ni comer ni beber, pero luego conseguí recuperar y en el último tramo me sentí fuerte», explica a este periódico. «De haber estado bien quizás con el primero no hubiera podido pelear, pero segunda posición podría haber hecho», asegura.
Allí Andrea se vio las caras con más de un centenar de nadadores de once países distintos. Ella llegaba muy fuerte, tras vencer la semana anterior la MDK Swin, travesía que va del puerto de Bermeo al de Mundaka, donde además de ganar batió el récord de la prueba, empleando 29 minutos y 44 segundos en completar los 2.500 metros a nado que separan ambas localidades vizcaínas. A este se unió el hecho de que en Galicia la de Galdakao siempre suele rendir al máximo, como muestra también su victoria el año pasado en la Triple Corona. «En largas distancias voy mucho mejor que en cortas y allí suelen ser las travesías más largas de ultrafondo. Además, el frío no me afecta porque aquí entrenamos con el agua congelada», bromea.
Un triunfo, el pontevedrés, que le ha dejado con un gran sabor de boca, con ganas de afrontar en apenas dos semanas su próxima cita. Será el 13 de julio, casi en casa, en la VI Travesía de La Sardina, unos 12 kilómetros que arrancan en Bilbao y terminan en Santurtzi, por toda la ría, el trayecto inverso que recorrían a diario, y a pie, las famosas sardineras. Después, el 7 de septiembre, participará en la segunda jornada de la Triple Corona, prueba que va desde la Isla de Ons hasta O Grove, de nuevo en Galicia.
Para llegar en las mejores condiciones posibles a todas sus citas, la vizcaína, economista de profesión, se suele ejercitar seis días a la semana. De lunes a jueves lo hace en la piscina, donde comenzó a nadar desde pequeña, pero el fin de semana ya se echa al mar, donde más disfruta. «Tienes mucha libertad. Siendo una niña ya hice alguna que otra travesía suelta y hace unos cuatro años uno de mis amigos me metió el gusanillo de las de larga de distancia». De estas competiciones lo que destaca principalmente De la Hera es su «gran ambiente». «No es tan competitivo como las pruebas en una piscina. Es más como estar entre amigos», reconoce.
Y ella sabe bien de lo que habla ya que en una pileta se batió contra sí misma y contra los rivales durante años, logrando varios récords de Bizkaia y uno de Euskadi, en braza. En aguas abiertas su nombre siempre está entre las favoritas en las principales pruebas celebradas en el norte, como la Salomé Campos, en la que también venció. Hace dos años decidió centrarse en esta disciplina en aguas saladas, en la que el aspecto mental es aún si cabe más importante. «Yo siempre digo que en esto la cabeza es el 70%, el otro 30% es el físico, porque puedes salir al mar y encontrarte un día con la corriente a favor y otro en contra, en el mismo lugar. O que un trayecto que haces en unas tres horas con la corriente en contra lleves cinco y casi ni te hayas movido del sitio. Por eso la concentración es esencial», afirma rotundamente. Un aspecto que sin duda le ayudó a llegar a la meta el pasado fin de semana. «Físicamente estaba muy mal pero la cabeza era lo único que me funcionaba. Si no hubiera sido así seguramente habría abandonado».
Lo que sí dejó esta nadadora vasca, y además este año, fue su faceta como entrenadora, la que venía desempeñando en las últimas tres temporadas en el club de Galdakao. «Ha sido más bien por trabajo y porque he decidido centrarme más en mí y en competir». Su sueño en un futuro «algo lejano» es poder llegar a dar la vuelta a nado a la isla de Manhattan, en Nueva York. «Es una travesía muy famosa, pero requiere mucho. Ya solo la inscripción son unos 2.500 dólares. Algún día me gustaría hacerlo, pero se necesitan muchos medios. Allí van los mejores nadadores de ultrafondo casi de todo el mundo», explica. Lo que espera que se cumpla aún más pronto es poder ver a más mujeres participando en estos retos pasados por agua. «En pruebas cortas cada vez hay más chicas pero en las largas somos poquitas, y se ha comprobado que podemos competir contra ellos».
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