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afp
Jueves, 1 de octubre 2020
Sin siquiera saltar a la pista, con molestias en un tendón de Aquiles que le hace sufrir desde el US Open, Serena Williams puso fin prematuro -este miércoles antes de la 2ª ronda- a su recorrido en Roland Garros, que se disputa este año ... bajo unas condiciones climáticas muy poco del gusto de la estadounidense. «Es mi tendón de Aquiles, que no tuvo tiempo de curarse después del US Open», explicó la pequeña de las hermanas Williams, de 39 años, después de haber renunciado a jugar contra la búlgara Tsvetana Pironkova (157ª).
En Flushing Meadows, la estadounidense cayó derrotada en semifinales ante la bielorrusa Victoria Azarenka, un partido durante el cual tuvo molestias en en esa zona. Después causó baja para el torneo de Roma, centrándose en prepararse para el Grand Slam francés con su entrenador Patrick Mouratoglou.
«No estoy al 100% físicamente, pero no conozco a ningún deportista que se sienta en perfecta forma física», explicó antes del torneo parisino. «El tendón de Aquiles es una lesión con la que no se puede jugar, porque no es bueno si empeora. No quería llegar a ese punto mientras tenga la opción de que se cure», añadió. «Necesito de cuatro a seis semanas, al menos dos semanas de no hacer nada», confesó Serena, que el año pasado cayó en tercera ronda en París.
La estadounidense, que busca desesperadamente un 24 título de Grand Slam para igualar el récord de Margaret Court, disputaba su decimoctavo Roland Garros. Su hermana Venus (40 años) suma veintitrés participaciones, pero desde 2006 no pasa de octavos de final. Entre las dos, Venus y Serena, han conquistado el 34% de los torneos de Grand Slam desde que una de ellas se adjudicase el primero, el US Open ganado por Serena en 1999.
Serena Williams conquistó Roland Garros en 2002, 2013 y 2015, un torneo en que apareció por primera vez en 1998. Este año no se mostró especialmente ilusionada con la idea de jugar sobre la tierra batida parisina debido a las condiciones sanitarias (la ausencia de una burbuja como en Nueva York y la obligación de alojarse en un hotel reservado por la organización, pero no en exclusiva para los jugadores) y a un tiempo mucho más frío y húmedo en esta edición otoñal.
«Detesto el frío», había reconocido justo antes del inicio del torneo, calificándolo como su «talón de Aquiles». «Pero lidio con ello, me lo tomo por el lado bueno», añadió. Pero su estado de ánimo y físico cambiaron en unos días y después de ganar en su estreno ante su compatriota Kristie Ahn (102ª), superada en dos sets 7-6 (7/2), 6-0.
Eliminada en tercera ronda el año pasado, en 2018 causó baja antes de los octavos de final, y en 2017 se perdió el torneo por su embarazo. Desde su séptimo título en el Abierto de Australia en 2017, Serena Williams persigue desesperadamente igualar el récord de Court. Desde entonces jugó cuatro finales (Wimbledon y US Open en 2018 y 2019), sin llegar a superar ese último obstáculo.
Pero la campeona, que forjó su palmarés a base de un tenis y un físico demasiado potente para sus rivales, sigue estando entre las favoritas de cada torneo que juega. Tanto que esta madre de familia, que ha comenzado su reconversión a empresaria en el sector de la moda, se resiste a colgar la raqueta. «Sinceramente, nunca pensé que jugaría a mi edad (...). No sé cuando pararé. Me limito a disfrutar. Cuando sienta que se acabó, se acabó», declaró hace unos días. Su vuelta a París está asegurada. «París, te amo y no te preocupes, volveré». Toda una declaración de amor con un final incierto.
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