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La nadadora Lia Thomas tiene 22 años y compite en el equipo de natación de la Universidad de Pensilvania. Sus buenos resultados en la piscina son ya conocidos en todo Estados Unidos pero la joven está enfrentándose a una situación de discriminación por su condición ... de transexual. Lia nació como Will y, tras decidir que su verdadera identidad era femenina, inició un proceso de cambio de sexo en 2018. Ello le permite formar parte del equipo femenino de la universidad y competir contra otras mujeres.
La mayor parte del tratamiento al que se sometió Thomas coincidió con la temporada 2020/21, suspendida por la expansión de la pandemia de coronavirus. La deportista hizo su reaparición en otoño y empezó a cosechar buenos tiempos y marcas en pruebas de 200, 500 y 1.650 yardas de estilo libre. Thomas ya está entre las mejores de Estados Unidos en 200 y 500 yardas, por lo que ha llamado la atención del mundo de la natación. El hecho de que ahora compita contra mujeres, y no contra hombres, ha suscitado críticas y reacciones en diferentes estamentos de la natación americana.
Un grupo de padres de deportistas de la Universidad de Pensilvania se ha dirigido a la National Collegiate Athletic Association (NCCA), la asociación que organiza los deportes universitarios de Estados Unidos, para pedirle que impidan a Thomas participar en la categoría femenina. Deportistas como la olímpica Erika Brown, quien nadó en los últimos Juegos de Tokio 2020, también se han manifestado en contra de que las mujeres transexuales puedan competir contra las mujeres biológicas. Una jueza de la Federación de Estados Unidos también se sumó a las actitudes de protesta. «No pretendo criticar a Lia, pero es un cuerpo masculino nadando contra el femenino», escribió en la carta de renuncia, citada por El País. «Y ese cuerpo masculino nunca puede cambiar. Ese cuerpo masculino siempre será un cuerpo masculino».
Uno de los principales medios especializados en natación escribió en su editorial: «El hecho es que, durante casi 20 años, desarrolló músculo y se benefició de la testosterona producida naturalmente por su cuerpo. Esa fuerza no desaparece de la noche a la mañana, ni con un año de supresores. En consecuencia, Thomas se sumerge en el agua con una ventaja inherente respecto a las demás».
Estos debates se reavivan cuando las deportistas transexuales empiezan a demostrar que son capaces de obtener buenos resultados, también en España. Frente a estas críticas, Thomas defiende que se ha sometido a terapia hormonal para la reducción de testosterona y a un tratamiento bloqueador de estrógenos, mediante los cuales asegura que ha perdido el músculo y la fuerza que tenía cuando aún no había empezado su transición. Se muestra orgullosa de sus marcas y de su cuerpo y garantiza que acata las normas presentes en el deporte universitario estadounidense. La polémica, sin embargo, está servida.
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