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Carlos Nieto García
Jueves, 14 de abril 2022, 01:02
Rehina Pershyna (1 de enero de 2007), campeona de natación sincronizada en Ucrania, huía junto a su madre el 27 de febrero de su Odesa natal rumbo a Lviv, junto a la frontera de Polonia. De allí se dirigió a Cracovia para refugiarse en la ... casa de una compañera de trabajo de su progenitora, que regresó a su hogar para estar junto a su marido, obligado a permanecer en el país debido a una ley marcial por la cual cualquier hombre puede ser llamado a engrosar el Ejército. El que sí se ha vestido de militar por voluntad propia es su hermano. «Sabemos que está bien porque nos escribe a diario, pero por seguridad no nos puede decir dónde está. Yo tengo mucho miedo de que los rusos puedan entrar en Odesa y maten a mis padres», cuenta atemorizada Pershyna.
La conversación con la joven deportista se produce en su casa de acogida en Getxo, donde convive junto a su cuñada Veronika, quien hace de traductora en la entrevista. Ambas viajaron el 18 de marzo desde Cracovia a Bilbao junto a la madre y el hermano de Veronika, además de una amiga de la familia. Aunque solo tiene 15 años, Rehina es nadadora de sincronizada profesional y entrena en la Deportiva Náutica de Portugalete desde hace unas semanas. Antes estuvo en el Club Natación Sincro Sestao. Ganadora de muchas competiciones en categorías inferiores en Ucrania, la guerra frustró el certamen que Járkiv tenía que haber acogido entre el 9 y el 12 de marzo.
En España, «donde me siento muy a gusto, aunque cuando todo esto pase quiero volver a mi país», Rehina entrena tres o cuatro horas cada tarde, a excepción de los domingos. Por la mañana da clases de castellano con el principal objetivo de «entender las instrucciones de mis entrenadores porque conmigo se comunican en inglés». En sus ratos libres continúa con las clases online del instituto, modalidad que ya empleaba en Odesa desde que empezó su camino a ser nadadora profesional. «Sueño con poder vivir de ello, competir a nivel internacional y algún día ser entrenadora», explica quien también tiene otros intereses. «Me gusta mucho la fotografía y el periodismo. Aprendí a editar fotografías, pero todavía no he decidido qué estudiar».
La adaptación de Rehina a la disciplina del club de la Margen Izquierda está siendo más sencilla de lo que se podría esperar. «Mi madre cambió su profesión cuando yo empecé a competir en natación. Desde entonces se dedica a analizar los estilos de muchos equipos del mundo y ya antes de venir me enseñó las técnicas de España, los materiales que se utilizan... Los entrenamientos son muy parecidos», explica con una profesionalidad que abruma pese a ser solo una adolescente.
Recuerda con evidente nostalgia su rutina en Odesa al tiempo que enumera los paraderos de muchas de sus excompañeras. «Dos se han ido a Alemania, una en Polonia, otra en Holanda... Casi nadie queda allí. Nuestra piscina está cerrada, pero sigue en pie porque los bombardeos de los rusos no han alcanzado el centro de la ciudad. Las pocas que siguen entrenan desde casa, como hicimos durante el confinamiento», explica.
El camino hacia el profesionalismo requiere de una fuerte disciplina. «No me gusta hablar a veces con mis amigas porque algunas son muy vagas. Comprendo que somos adolescentes y que a veces no te gusta entrenar, pero yo soy de las pocas que lo hago con consistencia», dice sin titubear. Rehina quiere cumplir su sueño en Ucrania, pero, mientras tanto, su estancia en Bizkaia le abrirá las puertas de la élite.
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