La número uno del mundo, Ashleigh Barty, renuncia a Roland Garros por miedo al coronavirus

Su vigente campeona no optará, por tanto, a reeditar el título. Una decisión que, como ha explicado, ha tomado al no sentirse preparada ni física ni mentalmente para emprender la competición en plena pandemia de coronavirus. "El Abierto de Francia del año pasado fue el torneo más especial de mi carrera, por lo que ha sido una decisión difícil y no la he tomado a la ligera, pero lamentablemente no competiré en Europa este año", declaró.

La australiana reconoció no sentirse segura debido al elevado riesgo sanitario aún existente en numerosos países. En el suyo, precisamente, hay muchas zonas con la movilidad restringida a causa a los numerosos casos de contagio que se acumulan en las últimas semanas, lo que genera cierto clima de inseguridad.

Además, debido a ello no ha podido ejercitarse como le hubiera gustadoya que su entrenador, Craig Tyzzer, vive en Melbourne y actualmente no están autorizados los viajes entre las dos ciudades australianas. "Mi preparación no ha podido ser la ideal", reconoce la tenista, antes de desear suerte al resto de participantes en el torneo francés, al igual que a sus organizadores. "Ahora espero una pretemporada larga y el verano en Australia. Ha sido un año difícil para todos. Para mí la salud y el bienestar de mi familia y mi equipo siempre serán mi prioridad. Gracias a mis fans por su continuo apoyo, estoy deseando volver a jugar para ustedes", añadió en su escrito.

Ya en el mes de julio Barty también se borró del Abierto de Estados Unidos, que se disputa en estos momentos en Nueva York. Por aquel entonces alegó nuevamente "riesgos importantes" relacionados con el coronavirus para justificar su ausencia. La misma decisión tomaron también los números dos del ranking masculino y femenino, Rafa Nadal y Simona Halep.

Habrá que ver si la lista de renuncias a Roland Garros también es abultada. El torneo, que arrancará en algo más de dos semanas después de haber sido reprogramado a este otoño, acogerá a un número reducido de espectadores. Los jugadores deberán alojarse en dos hoteles situados cerca de donde se disputa el torneo, tratando de mantenerles en una 'burbuja', similar a la anunciada para el US Open.