«Con el corazón roto», así es como asegura estar Serena Williams después de su abandono en la primera ronda en Wimbledon, cuando el marcador reflejaba un 3-3 en el primer set ante la bielorrusa Aliaksandra Sasnovich. Un resbalón en la pista ... central del All England Club, a la que ya salió con un aparatoso vendaje en su pierna derecha, le obligó a la tenista estadounidense, exnúmero uno del mundo, a marcharse de nuevo por la puerta de atrás en otro grande.
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Después de retirarse momentáneamente para ser tratada por su equipo médico, intentó regresar, pero terminó dejándose caer de rodillas en el césped londinense, llorando antes de ser ayudada a salir de la cancha. No acudió a la habitual rueda de prensa posterior y horas después a través de su cuenta de Twitter reconoció estar rota. «Mi amor y mi gratitud van para los fans y para el equipo que hacen que estar en la Central Court sea tan especial. Sentir el calor y el apoyo extraordinario del público cuando entré en la pista y cuando salí me han emocionado», afirmó.
A menos de tres meses para cumplir los 40 años, parece que una maldición persigue a la pequeña de las Williams. Y es que ya van 13 intentos fallidos para lograr sumar su 24 Grand Slam, con el que igualaría el récord histórico de la australiana Margaret Court. Lo lleva buscando desde hace cuatro años, tras adjudicarse el Open de Australia en 2017, al imponerse a su hermana Venus, convirtiéndose en la máxima ganadora de grandes en la 'Era Abierta', y en la más veterana en adjudicarse un Grand Slam y en colocarse como número uno del ranking mundial, el que recuperó gracias a esa victoria.
Ahora ocupa el octavo puesto y desde ese triunfo en Melbourne, con el que sumó su séptimo título en Australia, ha sufrido numerosos infortunios que le han hecho quedarse siempre por el camino. La estadounidense solo ha alcanzado cuatro finales desde 2017. La última fue hace dos años, en el US Open, en el que cayó ante la canadiense Bianca Andreescu, que en aquel entonces tenía 19, reviviendo el mal trago en ese mismo escenario un año antes, cuando perdió el título ante la japonesa Naomi Osaka, en una polémica final en la que Serena acabó desquiciada, discutiendo con el juez de silla, al que llamó «ladrón y mentiroso», acusándole además de «sexista».
Destacada por su gran fuerza física y mental, parece que está perdiendo ambas facultades en estos últimos años, con el tiempo jugando en su contra en ese reto de alcanzar los 24 Grand Slam. Este verano ya ha anunciado que no estará en los Juegos de Tokio, las que iban a ser sus últimas Olimpiadas. La que fuera medalla de oro en Sidney 2000 (en dobles), Pekín 2008 (dobles) y Londres 2012 (individual y dobles), se borró de la cita antes de su participación en Wimbledon, sin dejar claros los motivos. En alguna otra ocasión ya dejó caer esa posibilidad de no estar en Japón debido a las restricciones por el coronavirus que le imposibilitarían estar allí con su hija Olympia, la que suele acompañarle en todos sus desplazamientos y torneos. «Hay muchas razones por las que he tomado esta decisión, pero ahora mismo no tengo ganas de entrar a debatirlas. Tal vez otro día, lo siento», zanjó.
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