![Ibone Belausteguigoitia es la campeona mundial de salto de trampolín en la categoría Máters a sus 88 años.](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201903/27/media/cortadas/ibone-belausteguigoitia-k3sG-U701023491285Ua-624x385@El%20Correo.jpg)
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Fue la primera mujer vasca en competir en los Juegos Olímpicos y acumula cerca de 300 medallas. Ibone Belausteguigoitia (Bilbao, 1930) responde a la llamada de este periódico desde México. Allí son las 7.30 de la mañana, pero Ibone tiene una voz enérgica. ... Es la actual campeona mundial de salto de trampolín en la categoría Máster y, aunque en mayo cumplirá 89 años, sigue entrenando cada día. «Lo único que puede impedírmelo es el mal tiempo, ya que la piscina es al aire libre. A estas edades hay que seguir haciendo ejercicio para no quedarse tiesa», ríe.
De origen vasco, la familia Belausteguigoitia huyó a México durante la Guerra Civil, cuando Ibone apenas tenía 3 años. Volverían a Bilbao varias veces, pero sin su padre, ya que lo buscaban por ser nacionalista vasco. A pesar de haberse criado al otro lado del Atlántico, Ibone lo llama 'aita' y se acuerda de cómo le transmitió su pasión por el deporte: «Fue futbolista del Athletic y nos hacía practicar ejercicio a mis hermanos y a mí».
Ella no tardó en decantarse por el salto de trampolín, modalidad que descubrió gracias a uno pequeño instalado en la piscina de su casa. Por entonces tenía 17 años, y con 18 logró clasificarse para representar a México en los Juego Olímpicos de Londres. «Era 1948 y recuerdo que la ciudad estaba completamente destruida por la guerra. Además a cada nación le pidieron que llevara comida para alimentar a sus deportistas».
Tampoco había muchas mujeres compitiendo, en salto fueron 18. «Hubo muchos países afectados por la II Guerra Mundial que no pudieron participar», explica Ibone, que acudió a la competición aún con poca experiencia. Acostumbrada a saltar en una piscina con cinco metros de profundidad, el primer día se lesionó. «Salté desde los diez metros, y como solo había dos de profundidad, di contra el fondo y me rompí la mano derecha». Su padre la llevó ante un médico de Oxford que le puso una venda de celuloide y continuó compitiendo, «aunque me dolía y se me hinchaba», reconoce. Logró un discreto puesto pero se convirtió en la primera mujer vasca en competir en los Juegos Olímpicos.
Siguió participando en diferentes competiciones en México hasta 1950. Volvería al circuito profesional años después, en 1984, ya en la categoría Máster. Desde entonces, todos los años ha conseguido medallas de oro y plata que acumula por cientos en su casa. Cuelgan de una pared, en la que también tiene un cuadro en el que aparece saltando en el aire. «Tiene el título mundial de salto de trampolín y eso que compite con más jóvenes porque de su edad ya no quedan», destaca un sobrino suyo.
En el tiempo que lleva en este deporte, el estilo de salto ha cambiado bastante. «Primero fueron los americanos los que marcaron el estilo, después los rusos y los chinos lo cambiaron completamente», reconoce. A estos últimos hay que atribuirles los tres saltos que se dan antes de lanzarse al vacío, «lo que permite hacer más trucos y cambia totalmente la base de los saltos».
De lunes a viernes, Ibone se pone el bañador y salta desde 1, 3 y 5 metros. «A partir de los 60 años, no dejan saltar desde más altura», apunta. Aunque poco importa. Ella sigue sintiendo lo mismo que cuando se precipitaba desde lo más alto, con 17 años: «Da la sensación de que estás volando y es muy agradable».
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