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Escena del documental 'Little Miss Sumo' protagonizado por Hiyori Kon.
Tener la regla: lo que aleja a las mujeres del sumo profesional

Tener la regla: lo que aleja a las mujeres del sumo profesional

Como Hiyori Kon, de 22 años, hay otras 300 luchadoras 'amateur' de sumo que desafían las creencias tradicionales y participan en campeonatos femeninos. La masculinizada Asociación Japonesa del Sumo no quiere ni oír hablar de ellas

Jueves, 28 de noviembre 2019, 00:08

El sumo es una pelea de contacto completo entre dos contrincantes, un arte marcial que también es considerado como una ceremonia sintoísta. Aunque para muchos pueda representar una disciplina sin más misterio que dos luchadores de enorme tamaño tratando de derribarse o de sacarse a empujones de un ring, lo cierto es que la complejidad y la carga simbólica de esta tradición milenaria convierten al sumo en algo más que un deporte. Para sus protagonistas, los rikishi (luchadores), es un trayecto exigente que requiere grandes dosis de disciplina y sacrificio para alcanzar lo más alto y erigirse en yokozuna (gran campeón). La carrera de un luchador de sumo comienza a los 15 años, pero el ascenso a la gloria no es un camino de rosas. Y no todos alcanzan el estatus de yokozuna. Ni siquiera el de sekitori que les da derecho a estar entre los 70 luchadores de las dos principales categorías del sumo (makuuchi y jūryō ) en las que ya se les puede considerar como profesionales del deporte, con todos los privilegios y agasajos. En total, existen 6 divisiones que aglutinan a unos 650 luchadores.

La leyenda sintoísta cuenta que todo comenzó cuando Takemikazuchi, dios del trueno, y Takeminakata, dios de la guerra, se batieron en un épico duelo sobre el Mar del Japón. El heroico triunfo de Takemikazuchi permitió al pueblo nipón ocupar su actual archipiélago. Al parecer, el ... primer combate registrado tuvo lugar en el año 642. Lo promovió una mujer, la emperatriz Kogyoku, quien pidió a los miembros de su guardia personal que pelearan entre ellos para entretener a sus invitados coreanos. Desde entonces esta lucha entre hombres enlaza con ese mundo mágico de los ancestros, los dioses sintoístas y las tradiciones sacras. Emparentado con la lucha mongola, ha pervivido durante cientos de años en Japón hasta alcanzar la categoría de deporte nacional. Amantes de sus prácticas y tradiciones milenarias, los nipones han llegado a conferir a los luchadores el misticismo de los legendarios guerreros y los han convertido en estrellas mediáticas idolatradas. Se espera de ellos una conducta ejemplar, aunque en los últimos tiempos escándalos relacionados con la corrupción, las drogas y la violencia han dañado la imagen de este deporte. Y a ello se ha unido, recientemente, los que tienen que ver con la discriminación de género.

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