Currelas de Mercedes, profesoras, estrellas de 'El Conquis'... así son las nuevas harrijasotzailes alavesas
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Saioa Iglesias, Eider García y Sara Jiménez de Aberásturi quieren hacer historiaCampeonato vasco ·
Saioa Iglesias, Eider García y Sara Jiménez de Aberásturi quieren hacer historiaUna foto de 1935 certifica a Dámasa Agirregabiria como la primera mujer harrijasotzaile. Aparecía en una calle de Eibar sosteniendo una piedra cilíndrica de ocho arrobas (100 kilos) junto al levantador de piedras azpeitiarra Santos Iriarte, 'Errekartetxo'. Se cuenta que realizó numerosas exhibiciones públicas de ... su fuerza y destreza en toda la geografía guipuzcoana, pero aquello se quedó en anécdota. Entonces las mujeres trabajan de sol a sol en el caserío y la fuerza era una de sus principales herramientas, pero pasaban desapercibidas en el deporte rural. No existían.
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Ahora es posible ver a una operaria de Mercedes, una auxiliar de enfermería o una profesora universitaria levantar una cilíndrica de 75 kilos sin pestañear. Eider García, Sara Jiménez de Aberásturi y Saioa Iglesias sudan en el club Arabako Harria para hacer historia presentándose al campeonato de Euskadi, con la sala de calderas del polideportivo Aranalde como espacio de entrenamiento. Antes que ellas ha habido otras alavesas que han levantado, pero serán las primeras en competir a nivel vasco. Hasta hace bien poco pervivía el estigma ancestral de que la piedra no era para ellas. Sara, Eider y Saioa se han empeñado en romperlo.
Saioa Iglesias rompe con esfuerzo su timidez para soltarse sin problemas cuando las piedras toman el protagonismo. Esta operaria de Mercedes, residente en Nanclares de la Oca, empezó a cultivar la fuerza desde la exigencia del 'crossfit' para después atreverse a levantar moles «de hasta 95 kilos con la rectangular, que es mi máximo», apunta orgullosa. Apenas lleva un año dedicación al herri kirola y cada experiencia es como una primera vez. «Recuerdo mi debut en una plaza. Fue en Gujuli. Al principio, por los nervios, me daba miedo no levantar la piedra o que se me cayera. Soy más vergonzosa y estar delante de la gente me daba más apuro porque sientes la presión de no fallar», confiesa.
Hace mes y medio, Saioa se rompió el metacarpiano de su mano. «Son cosas que pasan pero sigo entrenando. Tenemos varias exhibiciones por delante y quiero estar», reconoce. Las festividades de San Prudencio y Estíbaliz y las fiestas de la Blanca marcan la hoja de ruta de una puesta de largo más multitudinaria. «Llevamos unas diez exhibiciones y muchas horas de entrenamiento. Venir al harri-toki es también como encontrar tu sitio, tu otra familia. Aunque es un deporte individual, trabajamos en equipo y nos ayudamos», se sincera.
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En el club Arabako Harria son 16 integrantes, 13 hombres y 3 mujeres, con Ibon Murga como entrenador y alma, un auténtico apasionado del deporte rural. El cuarto de calderas del polideportivo de Aranalde es el txoko donde la fuerza se mide en función de las arrobas que pesa cada piedra. «Venimos y desconectamos de todo. Sólo te concentras en la piedra y poco más», añade.
Los bíceps de Saioa desvelan que las sesiones son productivas. La fuerza acompaña a lo fundamental en este herri kirola, la técnica. «Es mantenerte atrás para que la piedra venga a tu cuerpo y acompañarlo con un golpe de cadera, con una buena posición de piernas, además de los brazos», explica mientras se muestra más distendida. Es la mayor de las tres y la que pone más pausa, aunque no disimula la ilusión por alcanzar en el campeonato de Euskadi.
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Risueña y explosiva. Tanto como su físico, cincelado durante años en el gimnasio y acostumbrado a la dureza del rugby, el deporte que dejó a un lado para centrarse en el levantamiento de piedra. «Sí o sí es obligatorio tener la musculatura preparada para proteger y prevenir lesiones», ilustra. Sabe que las mujeres han tomado el protagonismo definitivamente en las plazas y no quiere dejar escapar la oportunidad. «No somos pioneras. Ha habido muchas mujeres antes en Álava que han levantado. Somos las primeras en competir. Hasta hace poco se tenía el estigma ancestral de que la piedra no era para nosotras. Era un deporte para hombres fuertes, pero las cosas empiezan a cambiar», subraya orgullosa esta auxiliar de enfermería que vive en Baroja. Con años de ventaja, las levantadoras de Bizkaia y Gipuzkoa han recorrido un camino que Eider y sus compañeras inician con entusiasmo. «Han tenido una dinastía más grande y eran más conocidas. Se les ha dado más voz y han podido sacar cantera. Karmele Gisasola, Ainitze Zumeta o Udane Astolaza son las grandes referentes en Euskadi», detalla quien fuera exconcursante del programa El Conquistador del Fin del Mundo.
Eider Fue la primera de las tres en salir a la plaza, un día que no se olvida. «Fue en el Izarra Rural Boxing, una competición de boxeo amistoso y pidieron exhibición de piedra. Mi entrenador Ibon Murga me dijo: 'Te toca salir a la plaza'. Tuve bastante tensión porque cambia mucho el entorno, pero tengo un recuerdo bonito», rememora.
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La levantadora alavesa prosigue con un aprendizaje que, en un futuro cercano, le puede llevar a formar a nuevas generaciones. «Esperamos abrir camino. Tenemos que aprender, disfrutar de este camino para competir, formarnos como entrenadoras y acoger a más gente», se reta.
Capaz de levantar 100 kilos con la rectangular y la copa, modalidades de piedra para competir, confiesa que «según la piedra, puedes llegar a disfrutarla y sentirla». Lo afirma a pesar de un percance con una 'baldarra', piedra de río sin tratar de 75 kilos que se le cayó en el pie. «No me rompí nada aunque me dolía. Seguí entrenando».
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La vida de Sara va a toda velocidad. Con 25 años es profesora en la facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de Mondragón. «Es el ejemplo de que si creen en ti, es más fácil. Lo mismo ha sucedido con la piedra », compara. Sabe que todos los ojos miran la progresión de las tres levantadoras pero no olvida de dónde vienen. «En los caseríos ya había mujeres levantando piedra como trabajo. En Álava, ya había mujeres tocando piedra. No somos las primeras, aunque sí en competir», aclara.
De los comienzos señala con franqueza que « empezamos como no se debe comenzar». «Cuando llegamos no había pesos de piedras que muevan las mujeres, es decir, 75 kilos en cilindro, 62.5 en cúbica y 62.5 en bola. Lo normal es empezar con ciclindro de 50 para adquirir técnica y nosotras lo hicimos con 75. Imagínate», expone con humor. «Lo primero es quitar el miedo a echarte con la piedra hacia atrás», relata acompasando su cuerpo para dibujar el movimiento.
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Tampoco puede borrar de su anecdotario aquella primera vez. «Fue en Gujuli con Saioa. El ir acompañada me dio más confianza. Fue entre conocidos y una gran oportunidad para probarnos». Corpulenta y atlética, resta mérito a levantar 87,5 kilos en rectangular. «No me gusta nada levantar piedras grandes porque hay que hacerlo a golpes y no tengo la confianza en mi espalda. Me gustan más las pequeñas, que se hacen por tiempo y alzadas».
Por mucho que pasen las generaciones, el nombre de Iñaki Perurena siempre sale a relucir. «Fue el que cambió todo, levantando más de 300 kilos y siendo embajador por todo el mundo», explica en un segundo plano Ibon Murga mientras entrena a otra joven promesa.
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El apellido Perurena tiene en su hija Maite su continuidad. «Ella es la promotora de la marca 301k y todo es artesano y a medida. Según cómo levantes y dónde te hagas más daño, te diseña tu indumentaria», explica Sara. Sonriente y jovial, simboliza esta nueva generación, capaz de romper clichés. Ellas confirman que han venido para quedarse de manera definitiva.
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