Francesca Jones, en el Open de tenis de Australia con sólo ocho dedos

Su padre no tardó en comprobar lo equivocados que estaban estos especialistas en un campamento de verano. Poco después Jones emigró a Barcelona a los 10 años para seguir formándose en la Academia de tenis Sánchez-Casal -por la que también pasó Andy Murray- y desde entonces reside en la Ciudad Condal, donde Andreu Guilera la tutela en las pistas del Turó. De hecho, la joven lleva tanto tiempo en España que incluso celebra los puntos en castellano. «¡Vamos!». «Tengo grandes objetivos por lograr y quiero cambiar la perspectiva de la gente. El tenis me ha ayudado a ser quien soy sobre la cancha», afirma.

Jones está rompiendo prejuicios con su clasificación para el cuadro final del Grand Slam australiano pese a que, como ella misma señala, su cuerpo «no está pensado para ser el de un atleta». «Mi síndrome es muy raro, pero eso no quiere decir que no pueda llegar a ser una», valora. El hecho de que le falten tres dedos de los pies, por ejemplo, hace más complicado para ella mantener el equilibrio y repartir el peso de su cuerpo de forma adecuada y requiere que esté más atenta ante posibles lesiones.

Jones ha tenido que afrontar más de diez operaciones a lo largo de su vida. Nació con menos dientes de lo habitual y el paladar hendido y cuando era niña pasó temporadas entrando y saliendo constantemente del hospital, pero afronta su condición con serenidad y se encuentra ilusionada ante el futuro. «Estoy deseando llegar a Australia, no he estado nunca y va a ser increíble. Quiero que llegue cualquier partido, ya sea con Serena Williams o con alguna otra tenista clasificada de la previa», confiesa.