pablo m. díez
Sábado, 20 de noviembre 2021, 00:29
La ONU exigió ayer que se abra una investigación para dar con el paradero de la tenista china Peng Shuai, quien desapareció hace un par de semanas después de denunciar que había sufrido abusos sexuales por parte de un exvicepresidente de su país. «Enfatizamos que ... es importante saber dónde está y conocer cuál es su estado de salud», dijo la portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de la organización, Liz Throssell, al ser preguntada sobre un caso que preocupa cada vez más en todo el mundo.
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En el universo del tenis se ha desatado una imparable ola de solidaridad y apoyo a Peng Shuai, quien había sido amante ocasional del exvicepresidente Zhang Gaoli y luego desapreció tras acusarle de abusos sexuales. «Me llevaste a tu casa y me obligaste a tener relaciones», denunció en su perfil de Weibo la tenista, quien aseguraba que «esa tarde no di mi consentimiento y no pude dejar de llorar». Su escrito fue borrado en media hora y censurado en los medios oficiales al afectar a un alto cargo del régimen. Pero algunos internautas lograron hacer un pantallazo.
Aprovechando su popularidad en las redes sociales, estrellas como Serena Williams, Naomi Osaka, Martina Navratilova y Chris Evert se han unido a las voces que reclaman una investigación de la denuncia de Peng y exigen conocer su paradero. «Estoy devastada al oír las noticias sobre mi compañera. Espero que esté bien y aparezca lo antes posible», escribió Williams en su cuenta de Twitter mientras Osaka criticaba que la «censura nunca está bien a ningún coste».
Intentando desactivar la polémica, la cadena europea de la televisión estatal CGTN difundió el jueves en Twitter un supuesto correo electrónico escrito por Peng Shuai. Dirigido a Steve Simon, presidente de la Asociación de Tenis Femenino (WTA, en inglés), dicho mensaje asegura que no está desaparecida y que las alegaciones de una agresión sexual no son ciertas. En lugar de calmar las aguas, las ha agitado aún más porque pocos se creen que la tenista haya escrito el e-mail.
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El primero en dudar de su autenticidad fue el propio Simon, quien amenazó incluso con «retirar nuestros negocios (de China) y aguantar todas las complicaciones que ello conlleve porque esto es mucho más importante. Las mujeres deben ser respetadas y no censuradas». Su valiente declaración contrasta con el miedo habitual de empresas y países a enfrentarse al autoritario régimen de Pekín.
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