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El secreto de su éxito está en su brazo derecho. Es una cosa que sorprende de este deporte, en los campeonatos pueden inscribir sus brazos por separado, como si fueran personas distintas. EL CORREO

¿Echamos un pulso con Sonia?

Los pulsos, la lucha de brazos, no se reduce a dos 'machitos' pugnando por la virilidad en juego. Es también un deporte reglado en el que Sonia Miras, una mujer tan fuerte como tierna, lo ha ganado casi todo

Jueves, 17 de octubre 2019, 01:23

Viendo sus bíceps, la anchura de sus muñecas y esas manos capaces de acabar con cualquiera de un simple tortazo, a Sonia Miras, 39 años, le falta poco para convertirse en la versión siglo XXI del cartel pop en el que aparece aparece una chica con el gesto decidido, el pelo recogido bajo una cinta roja y subiéndose las mangas de la camisa para mostrar sus músculos, uno de los grandes iconos de empoderamiento reconocidos por la cultura popular y un emblema de la mujer trabajadora e independiente. Esta mujer que trabaja como autobusera es hoy por hoy la subcampeona del mundo de lucha de brazos (pulsear, lo llama la Real Academia Española) y podría revalidar su título el próximo 2 de noviembre en Rumanía, cuando tendrá lugar una nueva edición del torneo internacional más prestigioso de esta disciplina, el Zloty Tur, la edición anual de la Copa del Mundo. Sonia Miras, la mayor de tres hermanos, hija de padre boxeador, culturista natural y subcampeón mundial de lucha de brazos, pasó de ganarles pulsos a sus numerosos primos a ganar una competición tras otra.

Para la mayoría, cuya aproximación a esa antiquísima práctica se limita a haber echado un par de pulsos en el colegio, a haberse batido con algún vecino del barrio en la adolescencia o haber pasado alguna tarde de sábado a finales de los ochenta viendo a Sylvester Stallone recobrando la dignidad a base de garra en 'Yo Halcón', la lucha de brazos es poco más que eso: un juego de niños. Sin embargo, nada hay más lejos de la realidad. En España, en donde esta práctica deportiva lleva ya un cuarto de siglo tratando de conseguir la relevancia de otras disciplinas, existen cerca de 30 clubes bajo cuyo paraguas se cobijan cientos de amantes de un deporte tan antiguo como desconocido. Y Sonia es toda una institución en este campo. «La gente piensa que la lucha de brazos es el clásico pulso de taberna, pero no es nada de eso. Estamos hablando de una práctica deportiva como cualquier otra, incluso de un arte ancestral, que se rige por sus normas, categorías, técnicas y fuerza, pero no solo física, también mental», asegura el madrileño Pedro Polo, actual secretario de la Asociación Española de Lucha de Brazos (AELB).

Así pues, no es solo plantar los codos en la mesa. Los brazos ayudan, pero una mano dominante es fundamental. Un bíceps de hierro no asegura el éxito. En un combate también influyen los dorsales, el hombro, los pectorales... Sonia Miras explica que en los torneos se mastica tensión. «Te preparas un año entero y en menos de un segundo puedes perderlo todo. Lo más importante es la salida. Tienes que ser muy rápido y si no, debes ser muy fuerte«. Por supuesto, nunca duran más de un minuto. »No hay quien pueda aguantarlo«. Su fuerte es el brazo derecho, el que le ha dado las medallas de oro.

Para los que nunca hayan visto practicar este deporte, es como ver un combate de boxeo, solo que los contrincantes se lo juegan todo mano a mano literalmente. Sorprenden tres cosas. La primera, lo técnico que es echar un pulso, no es todo fuerza bruta. Cómo agarrar y colocar dedos y muñeca es lo que realmente marca la diferencia. «Implica desde la punta de los pies hasta la punta de los dedos de una mano». Lo segundo, lo conocido que es el deporte fuera de España, hasta el punto de que en algunos países nórdicos es deporte nacional y la gente vive de ello. «En España eso es impensable y mucho más siendo mujer», indica Sonia, que compite desde hace 15 años y entrena a niños y niñas. Comenta que tiene una alumna aventajada, Desiré Aliaga, de 15 años, que llegó a derrotar en fila india a 50 compañeros de su instituto. Y la tercera cosa que sorprende es que en los campeonatos los deportistas pueden inscribir su brazo derecho o su brazo izquierdo, como si fueran dos personas distintas, o apuntarlos a ambos por separado.

Entrena con hombres

14 veces el campeonato de España, otras 13 el de Cataluña en la categoría de menos de 65 kilos, dos veces sexta del mundo... Además, es una de las dos únicas árbitras mujeres en España, impulsó la Asociación Catalana de Lucha de Brazos y creó el primer club deportivo de España. Si ella hubiera conseguido sus mismos títulos en un deporte popular igual iría firmando autógrafos por la calle. Sonia Miras entrena contra hombres. «Aparte de que tienen las manos más grandes, tienen más fuerza y a mí me obliga a esforzarme». Además, se prepara haciendo pesas, bíceps y muchas poleas y dominadas. La lucha de brazos es un deporte de alto riesgo, no solo por eventuales tendinitis, contracturas y distensiones musculares. Los húmeros crujen de vez en cuando en entreno y competición. En compensación, el ambiente que rodea a este deporte es «estupendo», apunta asimismo Sonia.

Una tribu alegre que se reúne para hacer barbacoas en las que abuelos, padres e hijos echan pulsos. Ella, conocida en la empresa de autobuses como «la rubia de los pulsos», ahorra todo lo que puede para poder asistir a los campeonatos. En la última Copa del Mundo le dieron 200 euros a la campeona y 500 al campeón, recuerda. Dice esta deportista que el suyo «se considera un deporte tabernero y barriobajero, pero en el equipo sueco compiten más mujeres que hombres, unas 25. Las ves entrenando y con sus hijos correteando alrededor», subraya. «Algún día, como yo con mi padre, me gustaría viajar con mis hijos y competir juntos, cada uno en su categoría. Suelo decir que este es uno de los deportes más practicados en el mundo, porque todos alguna vez a lo largo de nuestra vida hemos echado un pulso. En cambio, el fútbol, que mueve masas, no todo el mundo lo ha jugado«. A decir verdad, ¿no es echar pulsos lo único a lo que uno debiera aspirar a ganar en la vida?

Sonia Miras, con su alumna aventajada, Desiré Aliaga, que empezó a entrenar cuando era una niña. E. C.

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