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La bilbaína Carmen Solana es la primera mujer en Euskadi en alcanzar el grado de octavo Dan en judo y la más joven de España en contar con esta distinción. El Consejo Superior de Deportes del Comité Olímpico Español se lo acaba de ... otorgar en la fiesta anual del judo celebrada en el Auditorio Goyeneche en Madrid, un evento que contó con el presidente del COE, Alejandro Blanco, y el de la Real Federación Española de Judo, Juan Carlos Barcos, «que me conocen desde que yo tenía catorce años, porque por ejemplo, Barcos empezó como árbitro mundial. Me dijo que lo tenía merecidísimo, me dijo», señala Solana.
El sistema de Dan se remonta al siglo XVII y fue inventado por un jugador profesional del juego de tablero llamado Go, Honinbo Dosak. El judo, teóricamente, puede llegar al 12 Dan, momento en que se termina el aprendizaje. Aunque nadie ha pasado del 10 por razones evidentes. Por lo general, a lo largo de la historia, se ha reservado esta última categoría para los precursores y/o fundadores de escuelas y para quienes han entregado su vida al arte marcial, así como a su estudio permanente y promoción. Se aplicó en el judo en el año 1882 por su fundador, Jigoro Kano, y posteriormente fue incluido en otras artes marciales del Japón como por ejemplo en karate, kendo, kobudo, aikido y ninjutsu, entre otros.
«Muchas personas al observar un cinturón negro automáticamente relacionan a quien lo lleva puesto con un maestro de judo. Sin embargo, a pesar de que llegar a cinturón negro es un logro bastante significativo, no significa que la persona sea un maestro, los diez niveles de Dan requieren de un entrenamiento permanente en las artes marciales. De hecho, los primeros cinco niveles pueden tardar hasta tres décadas de estudio. Posteriormente, el cinturón negro de Décimo Dan se elige a través de un numeroso grupo de cinturones negros de alto rango», explica la propia Solana. Carmen ha sido once veces campeona de España y desde hace años imparte clases de judo a niños desde los 3 años y adultos de hasta 70 años en Bilbao en su gimnasio, el Judo Club Ohisama Solana, un local ubicado bajo la plaza Indautxu de Bilbao. «Entre ellos tengo a varios campeones de España y a una cantera femenina muy buena que no para de conseguir trofeos», explica.
A Carmen Solana un maestro japonés le dijo una vez «tú tienes un judo de hombre, eres la dama del judo». «El judo siempre ha sido un deporte muy machista. Lo que me quiso decir es que era tan buena como ellos, y como en Japón valoran tanto la calidad, fue su forma de valorarme. No lo he olvidado nunca, me encantó. Quiso decir que yo era muy buena, señala este torbellino de mujer que lleva 25 años «compitiendo y entrenando seis horas diarias» y que si abandonó la competición fue porque se vio obligada a ello. «En el cenit de mi carrera, por cuestiones extradeportivas, por defender a un compañero, me apartaron de la alta competición. No pude optar a las Olimpiadas de Barcelona 92». Explica que se le cerraron las puertas por «enemistad manifiesta» con el presidente de la Federación Española de Judo de aquella época. «Me pidió que hiciera una carta de apoyo explícito a su política deportiva. Aseguró que, en caso contrario, no sería seleccionada para una concentración internacional en Cannes (Francia)», evoca. Carmen Solana nunca envió esa carta. «Lo pasé mal, pero lo superé, y aquí estoy, no he abandonado nunca el judo», señala con una sonrisa sincera.
«Siempre me ha gustado transmitir el judo. Considero que los secretos no existen y que hay muchas personas con ganas de aprender y que no pueden por muchos motivos. Por falta de dinero para ir a los stages o simplemente que no tienen personas que les ayude técnicamente. Por eso cuelgo vídeos en Facebook, donde me siguen 25.000 personas, y en Instagram. Siempre, eso sí, intentando evolucionar y aprender de todos. De lo contrario, me apagaría y yo quiero vivir el judo hasta que Dios quiera. Me preocupo de seguir aprendiendo y transmitiendo los conocimientos y sensaciones cuando me pongo el judogui todos los días. Cuando competía trabajaba duro y me dejaba mi vida en el tatami, pero creo que ni hay que olvidar los principios del judo, que son las buenas bases y, sobre todo, la técnica, que es el mayor secreto para ser un buen judoca en todos los sentidos», subraya.
En sus clases, que también imparte en República Dominicana y Martinica durante las vacaciones de Navidad, en verano y en Semana Santa, el trabajo que practica es «muy técnico porque no quiero perder a los judokas a quienes les apasiona hacer judo pero no compiten». Hace lo posible para que su gimnasio sea «su casa, que haya mucho ambiente de amistad y compañerismo», indica. «La gente que hace judo tiene una calidad humana muy importante», asegura. Algunos de sus alumnos, entre los que se cuentan «cada vez más niñas» y niños con necesidades especiales, le suelen decir '¿por qué tu cinturón es rojo y blanco?' (el correspondiente a los grados 6º, 7º y 8ª Dan). «Y yo le resto importancia, ¿qué más da el nivel? Lo importante es transmitirles unos valores. El coraje, la sinceridad, la amistad, el autocontrol, el respeto... Así que les digo que ¡pues porque es del Athletic! Cada uno de mis grados me los he tenido que ganar a fuego, a mí nadie me ha regalado nada, pero conmigo no va eso de hacerme la chula», concluye Carmen.
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