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Paula Dapena es mi ídola de este mes. Esta mujer que sentándose en el césped ha movido más conciencias que 20 campañas seguidas contra la violencia de género me tiene enamorada perdida. Me pregunto de dónde habrá sacado la fortaleza para disentir con lo complicado que resulta desmarcarse de los ríos de opinión generalizada.
Me gustaría hablar con ella y preguntarle cuándo tomó la decisión, si lo comentó con alguien, si alguna de sus compañeras quiso hacerlo pero al final no pudo. Quiero saber qué pensaba mientras caminaba al centro del campo, si le temblaban las piernas, si tuvo alguna duda. Necesito conocer qué se le removió por dentro para plantarse con tanta decisión, de dónde salió la fuerza, cuándo sintió el impulso.
También me gustaría tomarme un café hoy con Paula, con un poco de distancia en el tiempo y saber cómo se encuentra, cómo le ha afectado esta decisión en su vida personal y en su equipo de fútbol. Quiero saber cómo lleva lo de ser insultada, amenazada de muerte.
Paula, ¿en quién te estás apoyando? ¿Quién te está ayudando estos días? ¿Te has arrepentido en algún momento? El gesto de Paula es pequeño, único, solitario y en eso radica su grandeza. Pero creo que lo que ha hecho es más que una acción valiente. La sentada de Paula es una invitación a la acción individual y contundente. Las acciones colectivas son necesarias, dan visibilidad, nos nutren y tomamos consciencia de no estar solas, pero son las acciones individuales, las que hacemos en el día a día, dentro de nuestras vidas normales y corrientes, las que marcan la diferencia.
La señora que le dice a su marido que ya no pone más la lavadora, o la que se planta en la reunión de su empresa para señalar el típico chiste machista, o el actor que se enfrenta a un personaje violento y se asusta al reconocerse en él. Es tiempo de mirar para adentro, ver con qué contamos y pasar a la acción por muy pequeña que sea. No importa que sea un milímetro, el avance es real.
Piénsalo tú. Con nuestras decisiones diarias, nimias, que a nadie le importan, podemos hacer que este mundo cambie no solo en el ámbito deportivo. Lo personal es político, lo pequeño se hace grande, miles de pequeñas acciones en los salones de miles de casas pueden cambiar el mundo.
Gracias Paula, por el empujoncito.
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