Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Hace aproximadamente un mes, leí un reportaje en este mismo periódico sobre Ibone Belausteguigoitia (Bilbao, 1930), la primera mujer vasca en competir en unos Juegos Olímpicos, en concreto, los de Londres de 1944. De aquel artículo (volver a leer aquí) me llamaron ... la atención dos asuntos aparentemente poco ligados entre sí. El primero de ellos, el más llamativo sin duda, era que esta deportista, afincada en Méjico junto a su familia tras la Guerra Civil, aún seguía compitiendo a sus 88 años de edad y, de hecho, es la actual campeona mundial de salto de trampolín en la categoría Máster.
El segundo aspecto que despertó mi curiosidad era que Ibone, tal y como ella misma destacaba en sus declaraciones a la periodista, era hija de un futbolista del Athletic, aunque no se mencionaba de quién. Pocos apellidos habrá en la historia de nuestro club tan ilustres como el de Belausteguigoitia, entre otras razones, porque hasta cuatro hermanos de la misma familia vistieron de rojiblanco, siendo uno de ellos Josemari Belausteguigoitia, el mítico Belauste.
Según he podido conocer, Ibone es hija de Francisco Belausteguigoitia, más conocido como Patxo Belauste, quien jugó en el Athletic Club cinco temporadas, de 1917 a 1924. En otras declaraciones de la saltadora olímpica, Ibone afirmaba que su aita siempre le incitaba a ella y al resto de hermanos y hermanas a hacer deporte, posibilitando así que se convirtiera en una pionera entre las deportistas vascas hasta el punto de convertirse en olímpica. Pero lo verdaderamente extraordinario de esta circunstancia, es que el padre de Ibone, tras su última temporada en Bilbao, marchó a París por motivos académicos y profesionales, donde se especializó en oncología radioterápica en el hospital Claudius Régaud, colaborando nada más y nada menos que con una de las mujeres más importantes del siglo XX, Marie Curie.
Sirva este preámbulo para abordar una cuestión en la que coincidimos todas las personas que ocupamos cargos de responsabilidad en entidades que abogan por la igualdad de género: la importancia de contar con referentes. Es algo que en el deporte es quizá más visible que en cualquier otro ámbito. En la medida en que las nuevas generaciones cuenten con espejos donde mirarse, mayor será el número de niñas que perseveren en su deseo de realizarse a través de la actividad o profesión que elijan y no abandonen su vocación por el camino.
Y esos referentes necesarios, los espejos donde proyectar sueños e ilusiones, no solo ayudan a las nuevas generaciones, sino que también sirven para que las familias y los centros educativos apuesten por facilitar los medios necesarios para la práctica o el entrenamiento, de la misma manera que Patxo Belauste hizo con su hija Ibone, quien sabe si por la influencia de un referente absoluto como fue la científica premio Nobel y primera mujer en ocupar el puesto de profesora en la Universidad de París, Marie Curie.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.