Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Pasar a la historia no es fácil, y menos si se es mujer y encima deportista. Actualmente las reglas, la normativa y la sociedad, están cambiando, pero hace no mucho las chicas, solo por el mero hecho de serlo, tenían vetadas ciertas prácticas deportivas. Aún ... así fueron varias las que desafiaron al mundo buscando algo más allá del resultado y de la propia satisfacción, siempre impulsadas por un sentimiento común, por una lucha que atañe a todas. Un mensaje que pese a todo prevalece hoy en día. «Es para todas las mujeres», declaró hace apenas unos días la brasileña Marta Vieira da Silva, quien ostenta desde este martes el récord de goles anotados en un Mundial de fútbol. Ningún hombre tan siquiera ha conseguido tantos como ella, 17. El último fue ante Italia, de penalti, en su quinta Copa del Mundo, superando a Miroslav Klose. Casi nada.
También con el balón en los pies se desenvuelve a las mil maravillas la venezolana Laura Biondo, pero ella no juega en ningún equipo. ¿Qué es lo que hace? Pues malabares. Su increíble habilidad le ha hecho merecedora de varios reconocimientos mundiales en el panorama del freestyle, además de cinco marcas que han sido incluidas dentro del libro Record Guinness, entre ellos el de más trucos de movimiento giratorio alrededor del balón en un minuto, con un total de 63, más de uno por segundo. Es la campeona indiscutible en la disciplina en América Latina, con varios triunfos a nivel planetario. Actualmente es la embajadora mundial de este deporte y exhibe además toda su magia encima de los escenarios, formando parte del elenco del Cirque Du Soleil, con el montaje Luzia, dedicado a las estrellas del fútbol.
Quien ha desafiado otras leyes, en este caso de la naturaleza, y no de la gravedad, es la francesa Stephanie Gicquel, quien entre el 14 de noviembre de 2014 y el 27 de enero de 2015 rompió la marca del viaje más largo jamás realizado por una mujer en la Antártida sobre esquíes. En su periplo recorrió unos 2.045 kilómetros, a una temperatura media de -50 grados centígrados. Una aventura que completó en 75 días sin ayuda, sin motor o perro que tirara de ella contra el duro viento (es una de las zonas más ventosas, frías y secas del planeta), y solo con la compañía de su fiel marido.
Desde los primeros exploradores que llegaron al Polo Sur en 1911, tan solo un puñado de personas se había atrevido a tratar de cruzar este inhóspito territorio, tan solo con la propia fuera de sus brazos y piernas. La pasión por explorar de Gicquel la llevó allí, dejándose por el camino varios kilos de peso corporal debido al descomunal esfuerzo realizado. Lo que ganó fue unos 10.000 euros que logró recaudar y que fueron destinados a una fundación francesa que se dedica a conceder deseos a niños enfermos.
Toda una hazaña que da muestras de que ellas también pueden. Como también demostró Kathrine Switzer, la primera mujer que corrió de forma oficial, con dorsal, la maratón de Boston, cuando esta famosa prueba estaba reservada solo a los hombres. Fue en 1967 y su presencia no hizo más que abrir un camino a las demás, haciendo visible la lucha feminista en una de las maratones más importantes del mundo. Toda una pionera que se topó en plena carrera con el rechazo de muchos, entre ellos de Jock Semple, uno de los organizadores, que no dudó en saltar a la pista para tratar de impedir que KV, como así se había inscrito para no ser reconocida, siguiera su camino. «¡Lárgate de mi maratón y dame ese dorsal!», le llegó a espetar, a voz en grito y fuera de sí.
Una imagen que se ha conservado en blanco y negro, como otras tantas. Hace más de un siglo también se reveló contra el mundo Charlotte Cooper, quien ha pasado a la historia por ser la primera en ganar un título olímpico. Lo hizo en tenis, en París, en las Olimpiadas de 1900. Ella fue una de la veintena de mujeres a las que se le dejó participar en esta cita. Los hombres por contra eran casi un millar, 995 para ser exactos. Cooper no recibió ninguna medalla, aunque tampoco el resto. Estas comenzaron a otorgarse en la siguiente edición. En su palmarés, la inglesa también logró llevarse el torneo de Wimbledon en cinco ocasiones (y seis subcampeonatos), la última en 1908, con 37 años y 282 días. Un récord que aún hoy, pese al paso de tanto tiempo, sigue vigente.
Quien batió otra marca hace unas cuántas décadas fue la nadadora norteamericana Gertrude Ederle, quien en 1926 pasó a la historia al ser la primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha, el que separa Gran Bretaña de Francia, donde los expertos indican que tienen lugar las mayores mareas del mundo. Lo hizo con 21 años, después de un intento fallido varios meses antes. Tardó 14 horas y 34 minutos en alcanzar la orilla del país galo, logrando un récord que fue batido casi treinta años más tarde. Dos años antes se había proclamado campeona olímpica en París en los 4x100 metros.
Pioneras, alentadoras de sueños, auténticos ejemplos a seguir. Nombres que han trazado la historia, como el de Alice Coachman, quien además de pelear contra el sexismo lo hizo plantando cara a los estereotipos raciales. Y es que gracias a su afán y a su tesón la afroamericana se convirtió en 1948 en la primera mujer negra en conseguir una medalla de oro en unas Olimpiadas. Fue en salto de altura, en Londres. A su vuelta a Estados Unidos fue recibida por el presidente Harry Truman, pero en su ciudad, en Albany, en el estado de Georgia, su alcalde no quiso darle la mano. Se le organizó un desfile de bienvenida pero de acuerdo con las leyes de segregación racial vigentes en aquella época, los ciudadanos negros no podían mezclarse con los blancos. «Di fuerza a las mujeres negras a trabajar más y luchar más por sus sueños, no sólo en el atletismo. Si no hubiera conseguido el oro en los Juegos de Londres, nadie hubiera seguido mis pasos«, llegó a decir.
También sirvió de ejemplo la gimnasta soviética Larissa Latynina, la más laureada en la historia olímpica, con un total de 18 medallas: 9 oros, 5 platas y 4 bronces. Lo consiguió en la década de los cincuenta y sesenta. Hasta la aparición del nadador estadounidense Michael Phelps en Londres 2012 nadie se había colgado más preseas que ella en unos Juegos. «Me enteré de que tenía el récord de medallas olímpicas en 1978 al recibir por correo una copia de un artículo que había salido en Checoslovaquia. Yo aparecía la primera de una larga lista. Hasta entonces yo no sabía nada de heroísmo y de leyenda», confesó hace poco en una entrevista.
Siendo toda una veterana, con aún más mérito, la británica Rosie Swale-Pope recorrió durante cinco años el hemisferio norte en su totalidad, andando. Empezó con 57 años, el mismo día de su aniversario, hasta completar un total de 32.000 kilómetros. A ratos corriendo y a ratos caminando, pero sin alejarse de su objetivo. Y en soledad. Así pasó por todo el norte de Europa, por Rusia, Estados Unidos y Canadá, durmiendo casi siempre en una tienda de campaña. Sufrió neumonía y congelación, llegó a ser embestida por un autobús y tuvo que sortear la amenaza de lobos, osos e incluso ladrones. «Reconozco que ha habido momentos muy duros pero hay mucha gente que tiene que afrontar situaciones mucho más difíciles en sus actividades cotidianas». Abuela de dos niños, puso en marcha esta aventura que terminó en 2008 para prevenir sobre el cáncer de próstata, enfermedad que se había llevado poco antes por delante la vida de su marido.
Poco antes la alemana Jutta Kleinsmith abrió camino en un terreno muy masculinizado como es el automovilismo. Fue en 2001, cuando se convirtió en la primera mujer en ganar una edición de la prestigiosa y exigente París-Dakar. Lo hizo en coches, a bordo de su Mitsubishi, superando a todos los favoritos. Un triunfo que marcó un antes y un después y que aún no ha podido ser igualado.
Ya en España existen muchos ejemplos y muy cercanos, de mujeres que han marcado un antes y un después, como es el caso de la nadadora Mireia Belmonte, la halterófila Lydia Valentín, la piloto Laia Sanz, la gimnasta vitoriana Almudena Cid o la nadadora paraolímpica Teresa Perales. Hazañas personales que ayudan en esa búsqueda de la igualdad, en la que Lili Álvarez ya estaba presente hace un siglo, cuando esta gran lista en femenino, en el deporte, y casi en la vida en general, era impensable. La deportista participó en los primeros congresos feministas y se convirtió, raqueta en mano, en la primera española en participar en unos Juegos Olímpicos, siendo considerada por tanto en la pionera del deporte femenino nacional.
Practicó patinaje sobre hielo, esquí, equitación, alpinismo y hasta llegó a pilotar coches de carreras, algo que se consideraba algo 'poco apropiado' para las chicas de principios del siglo pasado. El tenis y Wimbledon marcaron su vida. Fue la primera española de gran nivel internacional en este deporte, llegando a disputar incluso Roland Garros, torneo en el que generó un gran escándalo al presentarse con una falda-pantalón, prenda que ninguna antes se había atrevido a ponerse.
Y como no podía ser menos entre este listado también hacemos mención a Edurne Pasaban, quien ha llevado a la mujer a lo más alto en el mundo del montañismo. La guipuzcoana ostenta el récord de sus 14 ochomiles, número de cimas que completó en nueve años, siendo la primera chica que lo conseguía. Una colosal gesta que inició en el Everest en mayo de 2001 y que concluyó en el Shisha Pangma en el mismo mes pero en 2010. Posee además la Medalla de Oro del Real Orden del Mérito Deportivo y el Premio a la Mejor Deportista española del año en 2010.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.