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Natural de Hungría, primero emigró a Australia antes de asentarse en Israel, donde ha entrenado a niñas. EL CORREO

La campeona olímpica viva más veterana

Superviviente del Holocausto nazi, la exgimnasta húngara Ágnes Keleti acaba de cumplir cien años. «Mi enfermero ya no me deja hacer el ejercicio de apertura de piernas. Cree que es pedir mucho a mi edad», dice

Jueves, 14 de enero 2021, 00:40

Superviviente del Holocausto nazi y la campeona olímpica de más edad entre las que están vivas, Ágnes Keleti (Budapest-Hungría, 1921) acaba de cumplir cien años rodeada del reconocimiento de las autoridades políticas y deportivas de su país, y con un premio a su trayectoria ... del Comité Internacional de Fair Play (NFPB). Aunque su edad afecta a su memoria más cercana, esta mujer conserva la lucidez y se mueve con paso seguro. Cuando recibe a periodistas en su casa, suele dibujar una coreografía al moverse en medio de las fotos y de los recuerdos de sus numerosos viajes. «Ya no me dejan hacer el ejercicio de apertura de piernas», bromeaba esta semana, refiriéndose a varias fotos de ella que circulan por Google. «Mi enfermero cree que es pedir mucho a mi edad», afirmaba, al tiempo que mostraba con orgullo una autobiografía publicada con ocasión de sus cien años, una vida que podría ser de película.

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Ágnes Keleti conquistó diez medallas en gimnasia, la mayoría cuando tenía más de 30 años, una edad a la que cualquier gimnasta hoy en día estaría retirada o a punto de hacerlo, y ante adversarias que eran unas adolescentes. Cinco de ellas fueron oros olímpicos en Helsinki (1952) y en Melbourne (1956). Ella suele decir que «practicaba deporte no porque me hiciese bien, sino para ver el mundo». Convocada por el equipo nacional en 1939, logró su primer título en Hungría un año después. Aunque no tardó en verse privada de toda actividad deportiva, porque era judía. Tras la ocupación de Hungría por la Alemania nazi en marzo de 1944, escapó de la deportación hacia un campo de concentración al conseguir documentación falsa y hacerse pasar por una joven mujer de la limpieza cristiana.

«Yo era fuerte, trabajé duro, nadie me hizo preguntas». Y así sobrevivió, empleada en una fábrica de municiones y una finca, mientras su padre y sus tíos fueron asesinados en Auschwitz. Su madre y su hermano también pudieron salvarse gracias a un diplomático sueco, Raoul Wallenberg. Ágnes Keleti acabó emigrando a Australia en 1957, un año después del levantamiento antisoviético en Hungría, antes de instalarse en Israel, donde se casó con un profesor de educación física húngaro, Robert Biro, con el que tuvo dos hijos. En Hungría, ha narrado, «había mucho antisemitismo. No era un buen ambiente para ser judío, incluso para un atleta estrella».

Tras su retirada deportiva, Keleti, que fue la encargada de encender la llama olímpica en los Juegos Europeos de Maccabi 2019, trabajó como profesora de educación física y entrenó a la selección de Israel. Y no volvió a Hungría, su país natal, hasta 1983, para un Mundial. «Valió la pena hacer algo que mereciese la pena en la vida. Siento escalofríos cuando veo todos los artículos escritos sobre mí», reconoce.

Ganó medallas a una edad en la que cualquier otra gimnasta estaría retirada o a punto de hacerlo. EL CORREO

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