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Distintos países pero una misma situación. El fútbol femenino no para de crecer, a un ritmo agigantado, en todas las partes del mundo. Y en todos esos lugares se escucha una misma palabra: discriminación. Un mensaje que no ha pasado desapercibido para la propia ... FIFA, quien para el Mundial que arrancará ya este viernes ha doblado su aportación económica, con 50 millones de dólares. De esta cifra 11,5 los ha repartido entre las distintas federaciones para la disputa de los amistosos de preparación que se han ido desarrollando a lo largo de las últimas semanas. Otro 8,5 han ido a parar a los clubes, que por primera vez han recibido dinero a cambio de la cesión de sus jugadoras.
Los 30 millones de dólares restantes, unos 27 millones de euros, se distribuirán como premio por los resultados obtenidos. Una cifra que pese al incremento está muy lejos de la que las que se pusieron sobre la mesa en el anterior Mundial de fútbol masculino celebrado el pasado año en Rusia. En él, Francia se proclamó campeona, recibiendo 38 millones de dólares, bastante más de lo que se repartirán en esta ocasión en total entre todas las selecciones femeninas. El combinado que logre alzar el título en París el próximo 7 de julio se embolsará 4 millones de dólares, diez veces menos que los galos, y la mitad del premio que recibieron las selecciones masculinas al caer eliminadas de la fase de grupo. Dicho de otra manera, solo por participar.
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Las subcampeonas se llevarán 2,6 millones de dólares, un millón más que las cuartas y 600.000 más que quienes se cuelguen la medalla de bronce. Las selecciones que no logren pasar la liguilla inicial se irán a casa con 750.000 dólares en sus arcas. Unas cifras que reflejan claramente los dos mundos en los que se mueve el fútbol, a los que parece que aún les queda mucho tiempo para encontrarse. Para el Mundial masculino de Qatar, que se celebrará en 2022, está previsto que estas cifras aumenten cuantiosamente, pasando de 344 millones de euros (400 millones de dólares) a 395.
Las jugadoras de Estados Unidos, vigentes campeonas del mundo, han llegado a denunciar a su propia federación por el trato desigual que reciben respecto a los chicos, quienes no han llegado nunca a una final de esta competición, pero que gozan en cambio de un estatus mucho más que ellas. Su propio abogado Jeffrey Kessler ya ha declarado en alguna ocasión que el trabajo que realizan es el mismo, pero «con mejores resultados deportivos y financieros». «La federación ganó 16 millones de dólares con el equipo femenino en Canadá en 2015, mientras que los hombres le han dado pérdidas», argumentaba recientemente.
Precisamente en Francia, donde se disputará a partir de este viernes el Mundial femenino, es donde juega la actual Balón de Oro, la noruega Ada Hegerberg, quien ha renunciado a esta cita planetaria por principios, a modo de protesta por las diferencias existentes en todos los ámbitos entre ellas y ellos en el mundo del fútbol. No solo en el tema económico, en el que ella precisamente destaca. Y es que su salario es el más elevado. Unos 400.000 euros al año paga el Olympique de Lyon, reciente campeón de la Champions al derrotar al Barcelona, por los servicios de la delantera, de tan solo 24 años.
Una cifra récord que sin embargo está muy lejos por ejemplo del brasileño Neymar, quien también juega actualmente en el país galo, en su caso en el París Saint-Germain. Él percibe unos 30 millones de euros por temporada. Salvo el caso de Ada y otro puñado más, la mayoría de jugadoras de la máxima categoría en Francia se mueve alrededor de los 3.500 euros mensuales, según apunta la agencia AFP, bastante más de lo que reciben muchas jugadoras en España, quienes apenas llegan al salario mínimo y cuyos clubes tienen contratadas por tan solo 2 horas al día.
Hay otros países como Australia que poco a poco van dando pasos hacia la igualdad salarial entre ambos sexos, con progresos notables, con aumentos de sueldo y un plan de acción lanzado este mismo año. Por contra en otros lugares como en Corea del Sur, selección que repite en el Mundial por segundo año consecutivo, la tercera en toda su historia, las diferencias siguen siendo abismales. Allí la liga femenina no logra encontrar patrocinadores y sus jugadoras son todas semiprofesionales.
En Italia las futbolistas tampoco gozan de un estatus profesional pero la mayoría reciben un sueldo bastante digno, que en algunos casos llega a superar los 3.000 euros. «En el futuro el fútbol femenino tendrá tanta importancia como el masculino. De momento somos amateurs y los salarios son obviamente incomparables», afirmaba hace un par de años Laura Giuliano, portera de la Juventus y de la selección italiana.
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