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Ser árbitro parece una profesión poco envidiable, en especial en niveles de élite. La gran presión a las que están sometidos, el cuestionamiento de su trabajo, la presión de los hinchas y los insultos a los que en ocasiones tienen que hacer frente hace que los linieres tengan que tener el cuajo de resistir situaciones desagradables, algo que no le falta a la escocesa Kylie Cockburn. A sus 30 años, cuenta con once de experiencia en la policía de su país y acaba de pitar en el Mundial femenino de fútbol.
La rutina de Cockburn incluye mantener el orden en Bellhill entre semana y dirigir partidos en la máxima categoría de fútbol escocés durante los fines de semana. Es por ello que asegura que las protestas de los jugadores, las quejas de los entrenadores y los abucheos de las gradas no le impiden centrarse en su trabajo ni la intimidan en absoluto.
«En mi trabajo me pasan cosas mucho peores, en comparación a eso lo que te dicen cuando arbitras no es nada», sostiene la árbitra. Cockburn defiende que, además de la capacidad de ignorar las críticas sobre el campo, su profesión le ha ayudado en muchos otros aspectos y a gestionar los posibles conflictos que puedan surgir durante el tiempo de juego. «Como policía aprendes a hablar con la gente y a quitar el hierro a situaciones tensas cuando los nervios están a flor de piel», señala.
Pese a que ha cumplido su sueño de arbitrar el mayor acontecimiento del fútbol femenino, Cockburn nunca pensó en arbitrar ni en convertirse en policía. En su adolescencia deseaba jugar en la selección y luchó por ello, pero los compromisos laborales y la alta exigencia requerida le hicieron cambiar su rumbo profesional.
«Tenía 21 años cuando empecé a arbitrar y ya había jugado en la máxima categoría del fútbol femenino escocés, pero con los turnos se me hacía complicado ir a los partidos y entrenar tres o cuatro veces por semana», reconoce. Desde entonces, Cockburn ha dirigido partidos internacionales en Jordania, Uruguay y por toda Europa. Su pasión por el arbitraje es tal que pidió a la policía un permiso no remunerado para poder estar en el Mundial femenino celebrado este verano, donde se le asignaron tres partidos y dos como parte del VAR. Entre sus próximas metas se encuentran arbitrar al más alto nivel en el fútbol masculino y volver a pisar el campo en el Mundial Femenino de 2023.
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