Jenni Hermoso rompe su silencio: «He recibido amenazas»

La charla tuvo un lugar un día después de volver a una convocatoria de la selección, con la que no acudió en la primera lista de Montse Tomé por, dijo la nueva seleccionadora, «protegerla». «¿Protegerme? ¿De qué o de quién?», replicó la madrileña en el enésimo comunicado desde que comenzó el caso. «Ayer (por el 23 de octubre) fue un día bastante duro, volvía después de todo lo ocurrido. Tampoco había visto a mis compañeras, ni me había puesto la ropa de la selección, ni la camiseta con la estrella. Salí de casa tranquila, luego tuve algún bajón, pero en general trato de estar contenta».

Natural del «barrio humilde» de Carabanchel, Hermoso, junto al resto de compañeras de La Roja, ha abanderado el movimiento #SeAcabó, «una nueva era», con el que han alzado la voz para conseguir unas condiciones más dignas para las futbolistas. «Poder luchar por esto es un orgullo y ahí sí que quiero hacerme notar». «A mí siempre me ha gustado estar con la selección, representar a mi país, pero había algo que nunca me dejaba disfrutarlo del todo y si no hubiera pasado esto, todo habría seguido igual», reflexiona.

Jenni, que regresó a la selección anotando el gol de la victoria ante Italia, tres puntos en la Liga de las Naciones que acercan al combinado nacional a la cita olímpica del próximo verano, dice que han sido «más conscientes» del significado del feminismo: «Me da mucha rabia que digan que el fútbol femenino no genera tanto como el masculino. Nos han llamado caprichosas. Obviamente lo sabemos y nunca hemos pedido cobrar como ellos. Simplemente queríamos lo más básico: tener un salario mínimo, que se nos respetara y se nos diera la oportunidad de poder hacer algo muy grande. En cuanto la hemos tenido, hemos ganado un campeonato del mundo».

Y sobre el beso de Rubiales, Jenni asegura haber tenido «que asumir las consecuencias de un acto que no provoqué, que no había elegido ni premeditado. He llegado a recibir amenazas, y eso es algo a lo que no te acostumbras nunca».

La máxima goleadora de la historia de la selección (52 dianas) ha echado en falta que sus colegas del masculino apoyasen su causa. «Entiendo que cada uno piense como piense y a mí también me encantaría poder centrarme solo en mi deporte, pero cuando ves situaciones injustas, tienes que estar de un lado o de otro. La gente me odiará o me querrá, pero tengo mi manera de pensar y no me importa decirlo abiertamente: el apoyo de ellos no sé si hubiera hecho todo más sencillo, pero desde luego nos habría ayudado mucho», cuenta al mismo tiempo que agradece los 'capotes' de los béticos Borja Iglesias, que declaró no volver al equipo hasta que no se produjesen cambios, Isco y Héctor Bellerín o el argentino del Rayo Vallecano Óscar Trejo. «Nosotras tenemos la filosofía de estar unidas y hacer lo que sentimos, y así hemos conseguido todo lo que hemos conseguido hasta ahora».

A sus 33 años, presumiblemente en la recta final de su carrera, y preguntada sobre cómo quiere ser recordada, responde que «como una persona que ha querido dejar a España en lo más alto pero, sobre todo, como alguien que ha intentado que muchas mentalidades cambien». «Por suerte o por desgracia, está esta historia, pero voy a aprender a aprovecharla positivamente para pelear por lo que creo que es bueno para la sociedad. Estos meses, con todo lo ocurrido, la mente se me ha ido un poco del camino del fútbol. Por momentos no recordaba que era futbolista».