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«Orgullosa», pero tremendamente dolida. Con esta mezcla de sentimientos y sensaciones terminó este miércoles la capitana del Paris Saint-Germain Irene Paredes. La internacional española y exjugadora del Athletic regresaba a San Mamés después de su salida del club rojiblanco en 2016, y ... lo hacía para medirse en semifinales de la Champions al Olympique de Lyon, vigente campeón continental y una de sus bestias negras, conjunto al que doblegaron en gran parte del encuentro pero ante el que cayeron por la mínima gracias a un tanto de Renard en el 67.
«El partido se decidió por pequeños detalles. Aunque esta vez fuimos nosotras las que perdimos, tenemos razones para estar orgullosas», declaró. Unas palabras que pronunció con la voz casi entrecortada, visiblemente emocionada y molesta por ciertos momentos vividos en el césped. El primero fue la consecución del gol de la victoria, que como ella misma reconoció llegó a balón parado, después de la rigurosa expulsión de su compañera Geyoro por doble amarilla y tras un mal marcaje suyo, pero lo que crisparon sus ánimos fueron sobre todo ciertas decisiones de la colegiada del choque, la rusa Anastasia Pustovoitova, que pudieron incidir en el resultado del mismo.
«Normalmente no suelo decir nada del arbitraje, pero queda a la vista que no ha estado al nivel. No ha hecho más que sacarnos tarjetas amarillas, lo que te condiciona bastante. Nos ha perjudicado. Si hubiera arbitrado para los dos equipos igual hubiera sido diferente», afirmó la central guipuzcoana, justo antes de apuntar más arriba. «No entiendo cómo no hay VAR en la Champions femenina. Es parte de la discriminación, y lo digo así, no me voy a esconder. Si quieren igualdad, esto es. Si estamos las mejores jugadoras de Europa necesitamos las mejores árbitras de Europa y la ayuda del VAR, y de momento no la tenemos», aseguró sin tapujos.
Tras estas palabras Paredes confesó sentirse «muy contenta» por la disputa de la Champions «en casa», tras su regreso a San Mamés y por haber jugado en Anoeta, pero a la vez apenada por tener que despedirse del torneo continental en Euskadi de esta manera.
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