![Cambiar los estamentos del fútbol](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/09/21/opi-silvan-kt0B-U210211531079sjG-1200x840@El%20Correo.jpg)
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La incorporación de la mujer al mundo del trabajo es el proceso de transformación social más profundo que han vivido las sociedades contemporáneas. Las mujeres, antes ancladas al ámbito doméstico para asegurar que todo seguía funcionando en la sombra mientras los hombres recibían el reconocimiento ... y la valoración que otorga el mundo profesional, rompieron los muros que les separaban del ámbito profesional para aportar su conocimiento y su visión de unas estructuras que las ignoraban. Para que eso sucediese antes hubo mujeres pioneras que se enfrentaron en solitario a un mundo profesional ni pensado ni diseñado para ellas.
Las mujeres futbolistas, pioneras en lo suyo y campeonas del mundo, como explicó Irene Paredes en la rueda de prensa previa a la final, han tenido que crecer en el mundo del fútbol entrenando en los peores campos, jugando a las peores horas, teniendo las peores condiciones posibles, y convirtiendo el fútbol en una obsesión personal para llegar a ser reconocidas tan futbolistas como lo son los hombres. Estas mismas mujeres hace años que lideran una transformación que no solo persigue el éxito deportivo, sino que ha llegado para cambiar los estamentos del fútbol. Una transformación que tiene por objetivo que se las reconozca como profesionales, se les remunere como profesionales, se les dote de los recursos necesarios para que puedan ejercer su trabajo como lo hacen los hombres en un espacio seguro para ellas: sin agresiones, sin menosprecios, sin vejaciones, con confianza.
La situación de las mujeres futbolistas muestra lo difícil que es luchar contra las inercias, y también la determinación del cambio cuando ya no hay vuelta atrás. Ni el dañino y esperpéntico 'caso Rubiales' ha sido suficiente para que la RFEF impulse un proceso de transparencia y ética institucional que modifique las estructuras machistas que tanto han dañado a las jugadoras. Pero ellas, inasequibles al desaliento, conscientes de la trascendencia del momento, exigen estructuras adecuadas para avanzar en una RFEF que refleje las necesidades del fútbol femenino: organización, financiación y difusión para que su profesionalización no se limite a una generación de futbolistas especialmente virtuosas, para que las que vienen por detrás no tengan que jugar en condiciones pantanosas que les impidan progresar.
Un proceso de cambio especialmente ingrato para ellas porque lo hacen a costa de renunciar a la visibilidad de su mayor éxito deportivo: cuando podíamos hablar de su victoria, hablamos de cambios en las estructuras. Las jugadoras saben que el título pasa, pero el fútbol permanece, que su título habrá merecido la pena si se apuesta por el fútbol femenino más allá de campeonatos puntuales.
Quien no quiera entender que estamos en un proceso de cambio profundo, no ha entendido nada. Quien quiera mantener una visión del fútbol femenino subalterno al fútbol masculino y piense que las mujeres son meras espectadoras está mirando en dirección contraria a la que marcan los tiempos. Las cosas se cambian, cambiándolas. Gracias.
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