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De Santander a Bilbao, y vuelta a casa. Así cuatro días a la semana, las tres tardes de entrenamiento y la jornada de liga. Un recorrido que se sabe al dedillo la cántabra Raquel Manterola. Algo más de 200 kilómetros que realiza en autobús, ... llegando a su domicilio bien entrada la noche, poco antes de la una de la madrugada. «Todavía no tengo carnet, pero estoy ya en ello, con las prácticas», relata a EL CORREO. Natural de Guarnizo, es técnica de educación infantil. Por las mañanas, de 8 a 16 horas, da clase en un aula de niños y niñas de 2 años. Los lunes, miércoles y viernes, sin apenas descanso, coge su mochila rumbo a la capital vizcaína para ponerse a las órdenes de José Andrés Muñoz. Una rutina que la portera del Bilbo Fútbol Sala, a sus 22 años, lleva haciendo toda esta temporada, su primera en el conjunto vizcaíno.
Un esfuerzo que para ella vale mucho la pena. Antes pasó por las filas del Flaviobriga de Castro Urdiales, y del propio Guarnizo, siguiendo la estela de su hermana mayor, también cancerbera. Cuando recibió la llamada del conjunto vizcaíno, el año pasado, a punto de descender de división de plata, no lo dudó. «Que te llame el Bilbo no es cualquier equipo. Al día siguiente ya les confirmé, 'me voy para allá'», relata. Tenía ante sí una oportunidad que no quería dejar escapar. Y eso que su círculo más cercano le hizo ver lo duro que podrían ser esos viajes casi todos los días. «La gente me decía que iba a perder mucho tiempo, pero para mí era un reto. Bueno, más que eso, un sueño. Era lo que necesitaba para crecer a nivel deportivo. Soy una persona que siempre he querido más y estaba notando que se me quedaba pequeño».
Al principio, antes de subirse al autobús, reconoce que tenía que hacer una labor de mentalización para sobrellevar bien la jornada. «Ahora ya me he acostumbrado, es mi día a día. Aunque esté cansada, una vez que estoy allí se me olvida que tengo que volver». Antes aprovechaba para hacer test de la autoescuela, ahora para leer o preparar programaciones para sus clases. Un esfuerzo personal que no le repercute en el plano económico ya que aunque el Bilbo no puede permitirse el pagarles nada a sus jugadoras, lo que sí hace es cubrir sus desplazamientos. «Estoy muy agradecida, supone mucho gasto para ellos. La pena es que tengan que recurrir a esto porque no haya chicas en Bizkaia», recalca. En una situación parecida a la suya también están otras cuatro integrantes de la plantilla. Tres van desde Vitoria, otra lo hace desde Gipuzkoa, pero el trayecto de Manterola es más largo. «Intento picar algo en el bus, no me suelo llevar nada para cenar».
Una decisión, la de fichar por el Bilbo, de la que la cancerbera cántabra no se ha arrepentido en ningún momento. Y menos ahora, a las puertas de participar en su primer play-off de ascenso a la máxima categoría nacional. Este sábado afrontan el partido de ida de la eliminatoria única. Lo hacen en el polideportivo de San Ignacio, a las 19 horas, frente al Telde canario. «Va a ser lo más fuerte que haya vivido a nivel deportivo y estoy muy ilusionada. Tengo la necesidad de hacerlo bien, es la oportunidad de mi vida de estar orgullosa de mí misma, y poder compartirlo con este equipo que lo lucha tanto es increíble».
Un premio al trabajo colectivo -certificaron la primera plaza del grupo a falta de tres jornadas- al que Manterola ha contribuido tratando de sellar la portería vizcaína, finalizando el curso como una de las menos goleadas de Segunda. «Resolvimos muy bien la temporada. El ir primeras todo el rato a mí me suponía cierta presión, y es un poco como me encuentro ahora. En mi cabeza no cabe otra opción que hacerlo bien». A su favor las vizcaínas cuentan con uno de sus principales puntos fuertes, el grupo tan compacto que forman dentro y fuera de la pista. «A nivel de equipo no nos gana nadie, y eso lo hace todo mucho más fácil».
El sorteo le ha deparado al Bilbo el peor rival que le podía tocar en su camino de regreso a Primera, categoría en la que militaron en la temporada 2014-15. «Ha sido un poco injusto porque nosotras hemos sido el mejor primero y no se ha tenido en cuenta porque nos ha tocado el Telde, el segundo mejor primero. Parece que no se le da ningún mérito a lo que hicimos, pero es así como está ahora la federación», critica. Aún así irán a por todas. «No conocemos mucho cómo juegan así que habrá que apostar por hacer lo que sabemos hacer nosotras. A dar caña aquí para que la vuelta sea mucho mejor».
La próxima semana les tocará coger un avión rumbo a la isla de Gran Canaria. Un desplazamiento muy elevado para unas arcas que ya de por sí estaban viviendo esta promoción con bastantes estrecheces. Y es que para certificar la plaza en Primera, en caso de lograrla, les hace falta un colchón de dinero que están tratando de conseguir. «Somos conscientes de todo esto y de que no hay casi ayudas. No se empuja al deporte femenino y menos al fútbol sala, pero vamos a ir a ganar. Conseguir la liga ha sido un logro abismal pero queremos más, y lo vamos a celebrar allí, en la playa, pero bien», asegura convencida.
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