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Carlos garcía
Viernes, 15 de febrero 2019, 23:27
La gaditana Amelia Romero, la segunda mejor jugadora del mundo del fútbol sala, reconoce que el simple hecho de que se haya organizado la primera Eurocopa de Fútbol Sala Femenino, que desde ayer se disputa en Gondomar (norte de Portugal), es «un premio al sacrificio ... y al esfuerzo de todas».
La selección española de fútbol sala tiene una trayectoria cargada de éxitos en los últimos años y la expedición, concentrada en un hotel de la ciudad lusa de Gaia, tiene claro que es el momento de hacer historia. «Dentro del campo somos una piña y fuera del campo también somos un grupo muy cohesionado», aseguró la ala Amelia Romero.
«Merece la pena todo el esfuerzo de tantos años», insiste la gaditana, que reconoce que las catorce jugadoras convocadas tienen que hacer «encaje de bolillos» para estar en la Eurocopa.
Todas juegan en equipos de primera división, aunque, en vez de sueldos, cobran ayudas que le posibilitan seguir practicando el fútbol sala. «Te dan para los gastos mínimos», explica, motivo por el que tienen que tener trabajos que les permitan ir a entrenar entre semana, disponer de los fines de semana para jugar el partido y que también les autoricen a ausentarse varios días para estar con la selección.
A la pregunta de si se imagina que esto le ocurriera a un hombre futbolista que fuera el segundo mejor del mundo, Amelia responde: «ya, pero esto -la Eurocopa- es un premio al sacrificio, al esfuerzo, ha merecido todo la pena». Con 28 años y 51 veces internacional con la absoluta de fútbol sala, Amelia se conforma con la gloria del éxito, lejos de los sueldos astronómicos del fútbol masculino.
Empezó a jugar con niños en el patio del colegio de Cádiz donde trabaja su madre y, «mira qué casualidad», algunos de esos chicos con los que jugaba de niña están hoy en equipos masculinos de primera división.
Dejó su hogar gaditano a los 19 años para enrolarse en el Deportivo de Córdoba y, más tarde, fichó por el Futsi Atlético de Madrid, donde milita. Mientras tanto, ha logrado, «con mucho esfuerzo», sacarse la carrera de Educación Infantil, por lo que trabaja de monitora de actividades.
Desde el principio, soñó con triunfar en el fútbol sala, pero «nunca pensé en vivir de ello». Sin embargo, su «trabajo, trabajo y trabajo» le han posibilitado ser por segundo año consecutivo la segunda mejor jugadora del mundo de fútbol sala.
Se define como una futbolista que se basa en el esfuerzo, su buena visión de juego dentro de la cancha, la calidad en el pase y también sobresale por su potente disparo.
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