Una gran confusión se produjo en el estadio olímpico de Montreal el 18 de julio de 1976, después de que Nadia Comaneci completara su ejercicio de barras. El marcador mostraba un 1,00.
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¿Qué significaba aquella nota? La joven gimnasta de 14 años ... consiguió por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos la máxima puntuación. La perfección.
El marcador no estaba programado para la perfección del 10. Y es que, ¿existe la perfección? ¿Es necesario que nosotras persigamos dicha perfección?
Solemos pensar que si buscamos la perfección en nuestros entrenamientos, en nuestros ritmos, en nuestros puntos, conseguiremos mejores resultados. Sin embargo, puede convertirse en uno de nuestros mayores enemigos. Ahora analizaremos el motivo.
Una cosa es esforzarse por mejorar, comprometerse con el entrenamiento, planificar para poder organizarse… y otra completamente diferente, exigirse cada vez más, sin límite. Evaluarnos a nosotras mismas y a las demás desde esta mirada perfeccionista implica medirse desde el estándar del 'debería'. Todo debería ser mejor, todo debería haber sido diferente, todo debe ser perfecto.
El 'debería' nos recuerda que no somos perfectas, que deberíamos ser diferentes, mejores a como somos y se centra más en todo lo que no hacemos bien, en lo que nos falta, en lo que no conseguimos. Medirnos de esta manera reduce nuestra realidad a la insatisfacción permanente porque daña nuestra autoestima, es decir, la manera en que nos valoramos a nosotras mismas.
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Como el perfeccionismo es una actitud que en muchas ocasiones aprendimos hace algún tiempo, la buena noticia es que es posible modificarla. Podemos aprender a mirarnos de manera diferente.
Por eso, es fundamental, darnos cuenta de que cada vez que utilizamos el 'debería' para medir nuestro rendimiento, supone que quizás no estamos viendo todo lo que mejoramos, todo lo que conseguimos, y al no valorarlo, puede llevarnos a dejar de atrevernos, con miedos que nos lleven a abandonar este deporte.
El primer paso para liberarnos de ese perfeccionismo limitante es identificar esos 'deberías' en nuestra mente y a partir de ahí, tratar de centrar nuestra atención en todo eso que conseguimos, en lo que somos capaz de lograr hoy, en ese motivo que nos llevó a practicar este deporte.
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La perfección del 'debería' es ilusoria, irreal y nos lleva a la insatisfacción. Ni siquiera los marcadores, como nos demuestra el caso de Nadia Comaneci, están preparados para mostrar esa perfección.
¿Qué os parece si utilizamos los marcadores para sentirnos satisfechas con todo lo que hoy somos capaces de lograr?
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