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«Me decía que me veía muy sexy, que era muy hermoso mi trasero, y me hacía sentir muy incómoda». Por eso, y por muchas cosas más, la corredora israelí Esther Meisels, de 24 años, puso tierra de por medio y decidió abandonar el ... equipo UCI belga Health Mate Ladies Team, como ha relatado recientemente la web cyclingnews.com, y como ha recogido la prensa del país del noroeste europeo. Lo ha hecho acusando directamente al mánager general de su ya exequipo, Patrick Van Gansen.
Un trato abusivo y un comportamiento inadecuado que también pusieron de manifiesto sus compañeras Sara Mustonen y Chloë Turblin, que al igual que Meisels han puesto todo esto en conocimiento de la Comisión de Ética de la Unión Ciclista Internacional. «Espero que se tomen medidas. Hasta entonces sé que debo distanciarme. Mi felicidad, mi bienestar mental y mi autoestima son más importantes que cualquier carrera de bicicletas y siempre lo será», afirmó la israelí en su Instagram, red social en la que dio ella misma la noticia de su abandono.
Meisels comenzó a competir internacionalmente en 2017. Un año más tarde realizó una gran temporada, siendo séptima en la Delta Road de UCI White Spot. Justo después se unió al Health Mate Ladies Team, a principios de este 2019. Allí esperaba que su carrera comenzara a despegar. Se mudó a la sede del equipo, en Ekeren, un distrito de la ciudad de Amberes, y fue donde comenzó su calvario. Se instaló en la casa del club, propiedad del mánager general, donde se alojaban varias de las corredoras, pero ella era la que más tiempo pasaba allí, al no tener otra residencia en Europa. Además, no recibía salario alguno.
Un inmueble que era la vivienda habitual del propio Van Gansen, algo que la corredora dijo no haber conocido antes de decidir trasladarse allí. Aprovechándose de su situación, de la posición de poder y de las ilusiones de la joven de competir en un equipo profesional, el mánager constantemente pretendía realizar tratos de favor a cambio «de afectos no deseados». «Esto comenzó a finales de enero o principios de febrero. Yo le dejé claro que no estaba interesada en mantener ningún tipo de relación», aseguró la ciclista. «Siempre quería que le diera abrazos, pero no amistosos, eran demasiado sensibles. Me besaba mucho en la frente e incluso me pedía que yo le diera a él un beso. Lo hizo también después de incluir mi nombre en la lista para realizar una carrera».
Una más que desagradable situación que fue a más. «Se sentía muy cómodo al comentar mi cuerpo. Me decía que tenía un hermoso trasero, que me veía muy sexy». Una tensa relación que producía enfrentamientos verbales entre ambos, muchas veces por la falta de entendimiento con el idioma, ya que él no domina perfectamente el inglés. «Discutía conmigo sobre todo y terminaba siendo un ataque personal. Me avergüenza decirlo pero me hizo llorar muchas veces, y no soy una persona que llore a menudo. Trataba de evitarlo a toda costa quedándome en mi habitación todo el día. No iba a hacer la comida si él estaba allí, o en las zonas comunes», confiesa, asegurando que tenía «miedo».
En mayo la joven reunió fuerzas y se enfrentó a él por su comportamiento. El mánager se puso nervioso y de ahí en adelante la situación que se vivía en el equipo era «insoportable». «Trataba de hacerme sentir culpable». Meisels empezó la temporada en España, en la Vuelta a la Comunitat Valenciana Feminas, antes de competir en su país, en el Scorpions 'Pass TT y el Tour of Arava. Tras ello, su última carrera fue en la República Checa, a principios de mayo.
Algo similar a lo que vivió ella también lo que soportó Sara Mustonen, quien en el club se dedicaba a ayudar a las jóvenes corredoras, y quien abandonó poco antes el conjunto belga. «Muchas cosas son preocupantes en ese equipo, pero los comentarios que califican como acoso sexual y abuso psicológico me hicieron querer salir de ese ambiente. Él allí es el jefe y lo hace todo pero yo llevo 13 años en esto, he pasado por muchos sitios, y su comportamiento es poco profesional. Un día tuve que cambiarme la camiseta en una presentación y Van Gansen me dijo 'eso es lo que quería ver, ahora tu contrato está asegurado para el próximo año'». Mustonen presentó una queja en abril y la UCI le aseguró que habían abierto un proceso de investigación. «Algunas no están listas para hablar porque dependen todavía de él. Ese es el problema. Alimenta los sueños de las chicas para ser profesionales. Tienen miedo de perder sus contratos».
El mánager general del equipo Health Mate Ladies Team, Van Gansen, lo negó todo al mismo portal, a cyclingnews.com, haciéndolo por escrito. «Tengo una una relación muy cercana con mis corredoras, pero con Sara (Mustonen) y con Esther (Meisels), este no fue el caso. Nunca las toqué y nunca hice comentarios sugerentes», declaró. Sobre la relación con la israelí afirmó que en alguna ocasión llegó a levantarle la voz, pero por temas referidos a su rendimiento. «Tuvo todas las posibilidades de estar en un equipo UCI pero no demostró que fuera una buena corredora. No escucha en absoluto los consejos que le dan. El problema de algunas mujeres es que quieren hacer el ciclismo como los hombres».
Lo que sí reconoció Van Gansen fue la escena en la que hizo comentarios poco apropiados sobre la ropa que llevaba en ese momento la ciclista Esther Meisels, la última en abandonar el club. «En un momento determinado, ella bajó de su habitación en un pantalón muy corto y con una camisa que se había anudado debajo de sus pechos, con el vientre al aire. Ella vino a preguntarme algunas cosas y después le dije, 'es muy sexy lo que llevas puesto, pero tal vez sea demasiado sexy, podría sacarme algo de ello. ¿Quién sabe?'». Él reconoció que la reacción de Meisels fue decirle que se estaba sintiendo incómoda, y que lo hacía todo tiempo, a lo que él le espetó: «pues vístete apropiadamente».
En cuanto a la tercera ciclista que alzó la voz contra él, Chloë Turblin, el mánager aseguró que ambos habían tenido una «historia de amor», pero que los padres de ella no estaban al tanto. Fueron ellos quienes presentaron la demanda en su nombre. La propia corredora niega relación alguna personal con Van Gansen. Confiesa que en un primer momento se sintió avergonzada por las situaciones vividas pero que se sorprendió al comprobar que otras compañeras habían pasado por lo mismo.
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