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juan pablo martín
Jueves, 23 de enero 2020, 00:38
Ante un equipo tan intenso como el KSC Szekszard hace falta mucho corazón para plantarle cara. Anular sus pulmones era algo primordial y el duelo entre Ivana Dojkic y Blake Dietrick se antojaba fundamental para presionar la línea de creación de las húngaras y ... el temido tiro exterior. La de Wellesley sabía lo que le venía encima y aplicó toda su experiencia en ello. El trabajo empezó con antelación al choque. Le tocaba amansar a la fiera y se preparó el partido a conciencia mediante vídeos en los que pulió los movimientos para su defensa y buscó los puntos débiles de su rival.
En el último corrillo antes del inicio del encuentro se vio que, a pesar de su juventud, la croata llevaba la voz cantante. Es una de las jugadoras con más proyección a nivel europeo, pero se encontró con la horma de su zapato en Maloste. Se enfrentaban dos estilos muy parecidos sobre la pista. Intensidad, velocidad y agresividad, por lo que saltaron chispas tanto en defensa como en ataque.
Aunque Dojkic comenzó como escolta y fue la encargada de abrir el marcador en el encuentro con una buena penetración, la de Wellesley pronto le tomó la medida y fue su sombra. No se le podía conceder ni un metro para evitar que su uno contra uno fuera letal. La croata tardó poco tiempo en tomar el mando de la situación de su equipo. Aunque la base era Studer, su compañera es la prolongación de lo que quiere su entrenador, Zeljko Dokic, en el parqué. Y visto lo eléctrico que estaba el encuentro hacía falta más voltios en la conducción del juego.
Se buscó más presión sobre ella y Dietrick no se arrugó en ese sentido. Es todo corazón. Se sacrificó para secarla aunque al final del primer cuarto llevara ocho puntos y fuera una de las máximas anotadoras de su equipo porque no resultaba nada sencillo. El cara a cara siguió en el segundo acto. La croata volvió a dar muestras de su calidad en el arranque con otra canasta que vino a completar el parcial de 0-10 que endosaron las magiares a las de la villa foral, pero no llegaron las urgencias. Hacía falta cabeza. Concentración atrás y acierto en ataque, y así las granates dieron la vuelta al marcador. También ayudó el descanso que dio el entrenador serbio a su máximas figura porque en el primer cuarto no había podido.
Su regreso a la cancha fue obligado porque el Lointek Gernika le devolvió el parcial a su rival y se veía que era imprescindible. Pero para entonces el motor de Dietrick ya iba a muchas revoluciones. Dojkic no estaba cómoda. Y la mejor muestra de ello es que en poco más de dos minutos cometió tres faltas personales y tuvo que retirarse al banquillo. Todo fue más llevadero de esta forma. Se la echó en falta sobre la pista a la hora de que su equipo tuviera claridad de ideas. Se marchó a los vestuarios con tan solo dos puntos más que en los primeros diez minutos, y la norteamericana mejoró sus números para igualarla en anotación.
Volvió en la segunda mitad , pero tampoco tuvo el efecto que se esperaba de ella. Dietrick le habló en muchas ocasiones para comerle la moral y poco a poco tuvo su efecto. Dos simbólicos puntos fue todo lo que consiguió en este cuarto y el último minuto terminó en el banquillo. Allí arrancó el definitivo con las manos en la cara por lo que veía que se les venía encima. Volvió a pista, pero su efecto se difuminó. No anotó más. Dietrick siguió a lo suyo. Trabajando para el equipo.
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