La ambición del Valencia no da opción al Lointek Gernika

Equipos como el entrenado por Rubén Burgos acostumbra a conceder muy poco y la calidad de sus jugadoras hacen el resto. Ayer lo plasmaron frente a las granate que, tras su derrota, pierden la preciada quinta plaza de la clasificación a falta de dos jornadas para la conclusión de la temporada regular después de que el Cadí La Seu se impusiera al Kutxabank Araski. A pesar de que las entrenadas por Anna Montañana llegaban reforzadas de su actuación en Zaragoza, la diferencia de presupuesto y de banquillo es notable entre ambos conjuntos y quedó patente. Ante escuadras de este calibre son necesarios encuentros muy sólidos y que las rivales no tengan su día, algo que no ocurrió en la cancha vizcaína.

Las gernikarras estuvieron todo el partido a remolque y, en situaciones así, las taronja saben moverse bastante mejor. Encontraron los puntos débiles de las anfitrionas en la pintura, y la superioridad física de Carrera y Cox les hizo mucho daño.

En el primer cuarto el descaro de las de la villa foral les mantuvo en la pelea. Después de bastantes partidos, Wojta salió en el cinco inicial y sus puntos permitieron al Lointek Gernika aguantar en los primeros minutos, pero el primero de los parciales encajados (0-7) dejó claro que había que mantener la guardia muy alta para seguir con opciones. El primer acto lo cerraron cinco abajo, y en el segundo llegaron a empatar el partido con una buena versión de Cvitkovic y un triple de Meskonyte, pero el Valencia insistió y castigó en transiciones rápidas. Cualquier mínimo error se paga contra ellas. En un abrir y cerrar de ojos consiguieron superar los diez puntos de ventaja, aunque el acierto de Spreafico permitió a las locales alcanzar el descanso sin que los daños fueran irreparables.

Tras el regreso al parqué, las visitantes insistieron en nutrir de balones a sus postes y castigaron los malos balances defensivos de las granate para abrir otro boquete en el luminoso y poner el choque donde querían. A partir de entonces a las vizcaínas les tocó remar fuerte contra una corriente cada vez más fuerte porque sus rivales subieron las líneas de presión y les costó más anotar.

Pelearon en el último acto y consiguieron rebajar la diferencias hasta los diez puntos, pero fue algo efímero. No se controló el rebote y las valencianistas gestionaron a la perfección la ventaja obtenida.