La madrileña Amaya Valdemoro dio el salto de la cancha a la pequeña pantalla en 2013 para comenzar a narrar lo que pasaba en las pistas que la encumbraron como una de las mejores jugadoras de la historia del baloncesto español. Una nueva aventura profesional que le ha puesto en el centro de la diana de duras amenazas e insultos tanto en el mundo virtual como en el real, tras las que «hay un gran factor en el hecho de que soy mujer». «He tenido amenazas de muerte. He ido a coger taxis, han acelerado para decirme que me van a matar. Que soy vomitiva, que no puedo pisar este suelo. Me han mandado recortes de asesinatos de ETA», explicaba en una conversación con el comunicador Quique Peinado para Relevo.
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Peinado se quedó atónito con la respuesta. «¿Cómo?». «No he dicho nada. No he hecho ninguna declaración. Todo esto en la tele lo saben. Pero vamos, es horroroso. Entonces he llorado mucho. Me han ofrecido un montón de cosas. '¿Quieres ir aquí?' Yo, siendo, como soy, voy a seguir haciendo mi trabajo. Tengo la suerte, otra vez, de que Movistar está a full conmigo. Pero lo he pasado fatal. Fatal», le confesaba Valdemoro.
«Lo he pasado mal porque, mira, el deportista acepta la crítica, está en tu día a día, pero cuando te critican siendo deportista por algo digo: ¡Es que te voy a demostrar que estás equivocado! Aquí no, yo no puedo demostrar nada», reflexionaba la ganadora de tres anillos de la WNBA. A sus ojos, «hay una agresividad contenida tremenda que está en los estadios deportivos». «Me da mucha pena porque hay ciertos momentos que creo que el baloncesto, que era un deporte noble, no lo es tanto ya. Todo vale», lamentaba.
La comentarista confiesa que su familia «lo ha pasado mal». «Tengo que ir a pabellones y tengo que estar acompañada. No me puedo quedar sola cogiendo un taxi porque tengo miedo. Y entonces esto es así, ¿no? Pero bueno, soy súper feliz con mi trabajo. Y lo que te decía, las herramientas que a mí me ha dado el deporte no sirven para la vida laboral», zanjaba.
Al ser preguntada por el parón de Ricky Rubio por salud mental, Valdemoro confesó que su vaso se «rebosó» hace tres años. «Yo he entrenado llorando, estuve hace tres años donde ha estado Ricky, me tuve que ir a vivir con mi padre 12 días sin levantarme de un sofá». ¿Ha sido más duro comentar el basket que jugarlo? «Era un cúmulo que fui llenando en la mochila y que llevaba de cuando jugaba y no entendía ciertas cosas, yo no lo achaco por lo de comentar. Nos hacen creer que somos tan superheroínas pero vas llenando, vas llenando y al momento que dices hasta aquí», respondía.
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