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Una infancia traumática le ha marcado para siempre, pero ha salido de todo ello a flote gracias al atletismo. La australiana Torita Blake, nacida en Nueva Gales del Sur hace 26 años, esperaba ser una de las protagonistas de los Juegos Paralímpicos de Tokio ... de este verano, pero hace apenas unos días tuvo que tomar la difícil decisión de abandonar la lucha por alcanzar el billete definitivo a Japón debido a unos problemas de espalda.
Un objetivo que esperaba alcanzar sin un gran peso de encima, después de revelar recientemente su historia en la prensa nacional. "He decidido compartirla para proporcionar esperanza a personas en la misma situación que yo, y poder con suerte inspirar a superar la vergüenza a aquellos que perdieron su infancia. Nunca me curaré de lo que pasó, pero no dejaré que me defina", escribía después en las redes sociales. Ella pensaba que había nacido con parálisis cerebral y problemas visuales en ambos ojos, pero con los años descubrió que hubo un causante de todo aquello: su padrastro.
Desde que nació la sometió a crueles palizas que hicieron temer por su vida con tan solo cinco semanas, cuando en el hospital avisaron a su familia de que muy posiblemente no sobreviviría a esa noche. Llegó inconsciente y con la clavícula rota, además de numerosas heridas y moratones. Su verdugo pasó por la cárcel, pero a su salida retomó la relación con su madre, sometiéndola esta vez a abusos sexuales continuados durante una década, la primera vez con apenas siete años.
En cuanto fue consciente de la situación y asimiló todo lo que le había ocurrido, decidió abandonar su casa, y no fue hasta 2016 cuando denunció ante la policía a su padrastro. El atletismo ya se había cruzado en su vida, ya le había dotado de fuerzas, la estaba empoderando. También contra las burlas que recibía de sus compañeros. "Correr fue mi curación", confiesa. Empezó a dar sus primeras zancadas en el instituto, sin ayuda, ella sola, y aunque sufrió muchas caídas por la mala visión en su ojo izquierdo y verlo casi todo borroso con el derecho, debido a los fuertes zarandeos que sufrió de bebé, ella no dudó en levantarse con más fuerza si cabe de cada uno de los tropiezos.
Especialista en velocidad, además de contra el crono también lucha y se prepara cada día para combatir consigo misma, contra la ansiedad y la epilepsia. Sufre pesadillas y ataques de pánico recurrentes, lo que los médicos han denominado como trastorno de estrés postraumático. Secuelas que como las físicas le acompañan en su día a día, pero no quiere estar escondida. "Toda mi vida he intentado camuflarme detrás de una sonrisa pero ya no. Ya no importa lo que otros digan o me hagan, puedo lograr las metas que me proponga".
Y de momento la que tendrá que esperar será la de acudir a sus terceros Juegos Paralímpicos. Se estrenó en Londres en 2012, donde terminó séptima en los 100 y 200 metros en su categoría, la T38, sumando un cuarto puesto en relevos 4x100. Luego repitió en Río, con peores resultados. En los mundiales ya sabe lo que es colgarse dos bronces, tanto en 2015 como en 2017, en 400 metros.
Además de todo esto Torita Blake también destaca por ser una mujer aborigen, orígenes de los que se siente muy orgullosa. En varias ocasiones ya ha confesado que le gustaría ser mentora de niños indígenas y con discapacidades en el deporte, "para que vean que nada puede detenerles y todo lo pueden lograr". "Quiero representar a Australia, pero también a mi comunidad y mi cultura".
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