Su vida en Uganda nunca fue fácil. En el pueblo de Entebbe, la niña Ritah creció con las dificultades añadidas de un país del mal llamado Tercer Mundo donde la escasez forma parte de lo cotidiano. Vivir en la más absoluta precariedad es lo que ... les sitúa en un único objetivo, el presente. «No tenemos futuro. Bastante con el día a día, tener un techo, comida y ropa. Aquí los pobres o muy pobres malvivimos. Los ricos y muy ricos tienen oportunidades. Así se divide el país», apunta con una sonrisa que enamora. A sus 36 años, a Rita Assinmwe el parabádminton le ha abierto caminos de luz y esperanza, después de un suceso que cambiaría todo. «Yo tenía 18 años. Quisieron atracar a mi abuela. Yo me acerqué y los ladrones que portaban un hacha y un martillo decidieron perseguirme. Me caí y quedé inconsciente. Cuando desperté, mi brazo derecho pendía de un hilo. Casi desangrada, logré ir a un hospital», relata con crudeza la historia de su vida. Diestra de nacimiento, su nueva situación le obligó a manejarse con la mano zurda. «Fue todo un aprendizaje que me obligó a repetir algunos cursos de Bachiller. Pude ir a la Universidad y estudiar Recursos Humanos. Pero las personas con discapacidad en Uganda no tenemos oportunidades», sentencia. Dejar atrás su realidad e instalarse en Vitoria durante tres semanas para entrenar le muestran los caprichos europeos. «Me sorprenden vuestras preocupaciones. Lo tenéis todo y os quejáis. Sed felices», exhorta con amabilidad. El parabádminton llegó a su vida «como una bendición de Dios», reflexiona.
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El giro inesperado llegó. De estar vendiendo bocadillos en la calle a ser paralímpica en Tokio. Corría el año 2008 y su encuentro casual con Elizabeth Mwesigwa, jugadora ugandesa conocida por competir de rodillas, le sedujo. A partir de ahí, se inició en entrenamientos a una hora en coche de su casa. En 2018 participó en su primer internacional en Dubai, en 2019 se proclamó campeona de su país en la categoría SU5 (discapacidad en extremidades superiores) en individual y en el doble con Elisabeth.
Ambición olímpica
Una ayuda de la federación internacional con una pequeña beca y una 'wild card' (invitación) para participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio en 2021 la convirtieron en una deportista importante. «Quiero pelear por ir a París, para enseñar el camino y ser un ejemplo para otros deportistas», desea. No descarta «venir a Europa, si se dan las cosas». Un curso de gestión deportiva le ocupa, como otra salida más para soñar con un futuro más halagüeño.
Cambio de vida En 2005 dos ladrones le sesgan su brazo derecho con un hacha en un intento de robo a su abuela
Paralímpica En 2021 recibió una invitación para participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio
Su tesón e involucración con el bádminton, deporte que ha practicado desde niña en Jordania, país de origen de su padre han hecho de Dina Abouzeid una referente de este deporte como jugadora. Ahora afincada en VItoria, fue campeona de España en categoría B1-B2 en 2020, y como entrenadora formando parte del staff técnico de la selección española de parabádminton. Con la formación como bandera, obtuvo el título de nivel 3 de entrenadora de bádminton y de tutor 2 de parabádminton, avales para su prestigio internacional.
En los últimos tiempos, han pasado por sus manos deportistas africanos que buscan en su experiencia un motivo para progresar. El pasado octubre y subvencionados por la federación africana, el nigeriano Eze Chukwuebuka, número 11 del ranking mundial, la egipcia Shaima Samy, número 3 del mundo y la ugandesa Ritah Asiimw, campeona africana, estuvieron durante tres semanas preparando en la capital alavesa el Mundial que se ha celebrado en Tokio. «Vienen con muchas carencias técnicas y de preparación física. Intentamos corregirlas y empezar casi desde la base para corregir vicios adquiridos. Es un trabajo intenso pero efectivo. Ellos vienen con una actitud muy positiva y sólo quieren aprender», explica esta vitoriana de adopción.
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